Mucha tinta ha corrido señalando la intervención de Elba Esther Gordillo en las pasadas elecciones federales.
Pero, ¿de dónde viene esa fuerza? En primera instancia, de su estrecha relación con la pareja presidencial: Marta Sahagún y su marido, que casualmente cobra (y bien) como Presidente de la República y trabaja como ... bueno si alguien descubre qué hace, que avise por favor.
En segundo lugar, de su estrecha relación consigo misma, y paso a explicar esta licencia irónica. Gordillo es el poder real que maneja al magisterio oficial, o sea al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, mejor conocido como el SNTE.
Para que vean el calibre de la maestra, se dice que era prácticamente una indigente, y no lo digo de manera despectiva, sino que las historias que circulan acerca de su vida señalan que era extremadamente pobre, casi al punto de la indigencia. De alguna manera se acercó al círculo íntimo del en aquel entonces poderoso dirigente del magisterio nacional, exgobernador de San Luis Potosí, y miembro clave en la jerarquía priísta: Carlos Jongitud Barrios. A partir de ahí, Gordillo empezó a jugar su perverso juego. Primero se hizo de las confianzas de Jongitud, y luego lo traicionó.
Pero esta traición no fue algo anecdótico o inocuo, por el contrario, fue tan cuidadosamente preparada y sus efectos tan estudiados, que acabó haciéndose del poder en el SNTE, por encima de todos y todo. Para los intereses de Carlos Salinas de Gortari, la caída de Jongitud Barrios era una prioridad. Incrustada en ese círculo del poder, Gordillo se vendió al mejor postor colaborando con Salinas para preparar la escandalosa y estrepitosa caída de Jongitud.
Si de algo no se le puede acusar a Gordillo es de carecer del instinto asesino que le ha permitido encumbrarse. La carambola estaba diseñada, y el remate de tal suerte incluia apoderarse del SNTE. Utilizando las banderas del descontento que la oposición magisterial venía enarbolando por años, logró aglutinar una importante masa de maestros, tanto dentro como fuera del sindicato oficial. Esto le dió la legitimidad que necesitaba para lanzarse al abordaje.
Gordillo practicó el gatopardismo en su más puro estilo: cambió todo para que nada cambiara. Hoy los maestros siguen exigiendo vida democrática en el sindicato, se quejan de los mismos cacicazgos, ahora ejercidos por otras personas, y afirman que el sindicato es exactamente igual que antes: un nido de corrupción.
Tras trece años en el poder del SNTE, sigue manejando con mano de hierro esa agrupación, lo que le ha permitido conservar su poder político. A pesar de no estar formalmente al frente (aprendió lo costoso que puede ser mantenerse por largo tiempo bajo los reflectores, como lo pueden constatar el mismo Jongitud Barrios y ahora el defenestrado Napito), es el poder real en ese gremio. Ese mismo poder lo usó para jugar sus siguientes cartas en la elección presidencial.
Primero, le dió la batalla a Roberto Madrazo cuando este peleaba por la candidatura. Este último ganó pero salió increíblemente dañado, deslegitimado y debilitado. Más allá de razones políticas, la vendetta personal de Gordillo se hizo evidente, y se adivinaba que como efecto secundario de esa pugna, el PRI saldría malherido.
A continuación, fundó su propio partido con recursos provenientes del sindicato de maestros: Nueva Alianza. Se rumora que el dinero magisterial se vió incrementado por financiamiento venido del gobierno federal y/o de los opositores del PAN, leáse El Yunque, a la candidatura presidencial de Santiago Creel. Fiel al método que le ha dado grandes dividendos, puso un títere al frente y otro como candidato presidencial. El objetivo era uno solo pero con estrategias múltiples: golpear a Madrazo, al PRI, a López Obrador, asegurar el triunfo de Calderón, y ganar los escaños en el Congreso que Madrazo le había negado. En suma, mantener y acrecentar su poder.
El poder de Gordillo, siempre emanado del SNTE, le permitió tejer alianzas con corrientes muy disímbolas, e incluso, antagónicas. Con Marta y su marido debido a que al haber sido derrotados por El Yunque (Calderón ganó la candidatura presidencial a Creel, delfín de la pareja presidencial), la alianza con Gordillo les cubría las espaldas. La pugna en el PRI por la candidatura presidencial dejó muchos y poderosos damnificados, con los que Gordillo pactó para cobrar venganza. Gobernadores, caciques, resentidos y parte de la militancia querían cobrarle la afrenta a Madrazo, y en el camino se fueron sumando aquellos a quienes el ya candidato del PRI había hecho promesas, principalmente de puestos en el Congreso, y acabó incumpliéndoles.
Pero las labores de bisagra de la maestra no acaban aquí, a pesar de que este recuento se ha extendido mucho. El Yunque, y demás fuerzas de la extrema derecha como los Legionarios de Cristo (¿se acuerdan del padre Maciel?), veían con creciente preocupación que la debilidad de Calderón amenazaba con un desastre electoral para el PAN. Gordillo ofertó sus servicios y se alió con estas fuerzas
para operar políticamente a favor del gris candidato que habían elegido. No se le puede atribuir a Gordillo todo el mérito del repunte de Calderón, pues el dinero de la extrema derecha pudo comprar muchas cosas, pero en definitiva su silencioso operar en los entretelones y sótanos de la política mexicana fue muy útil para la causa del abanderado panista.
Finalmente, la estrategia de su partido Nueva Alianza para obtener votos, y su registro, fue exitosa. La mendicidad, y mendacidad, del "uno de tres" de Campa salió a la perfección. La votación para Nueva Alianza en el Congreso fue increíblemente alta. Gordillo tendrá diputados y senadores.
Por último, la copiosa votación para las cámaras que obtuvo Nueva Alianza, afectó directamente al PRD. Quienes votaron por el Panal (Partido Nueva Alianza), no lo iban a hacer jamás por Calderón o Madrazo, por el PAN o por el PRI, así que estaba cantado el voto por el PRD. Pero el marketing electoral del Panal les abrió una nueva puerta: "uno de tres" no hace daño. En lo que respecta a la votación presidencial, los casi 400 mil votos obtenidos por Campa hubieran ampliando la diferencia a favor de López Obrador, pues con la misma lógica ya mencionada de no votar por PRI ni PAN, esos votos habrían ido al PRD.
La membresía del SNTE es de poco más de un millón de maestros. Campa obtuvo menos de 400 mil votos. ¿A dónde fueron los 600 mil votos restantes? Habrá que preguntarle a Gordillo.
Todo este rollo es culpa de los moneros de distintos diarios mexicanos que han retratado insistentemente a Gordillo como un jugador clave en las elecciones del 2 de julio, pues al parecerme exagerada su visión, me puse a pensar si tenía sustento. Y el resultado fue este post. Así que si alguien quiere reclamar la extensión de este fallido resumen (¡ni siquiera la lista de tags pudo ser breve!), favor de dirigirse a los moneros.
La Jornada - Hernández
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