sábado, mayo 31, 2014

Las absurdas políticas comerciales de Spotify

Spotify necesita de un nuevo director comercial con urgencia, pues las políticas de esa empresa ahuyentan a sus clientes. Les platico mi historia con ellos.

Cuando se anunció que Spotify llegaba a México, me di a la tarea de evaluar el servicio, ya que soy un melómano consumado, y me suscribí al servicio gratuito. A pesar de que su reproductor web adolecía de algunas funciones y resultaba poco amigable, su catálogo musical me pareció bastante adecuado. Sin contar con los éxitos del momento, así como que muchos reconocidos artistas no los tienen disponibles, la oferta musical es amplia. Eso me decidió a instalar la aplicación para PC, la cual también lo hace batallar a uno un poco para familiarizarse con ella. Luego de varias semanas de explorar el catálogo, y de sufrir los horrendos anuncios, me pareció necesario revisar los planes de paga. Cuenta con dos de ellos: el Unlimited ($49.00 MN al mes), que aseguran está libre de anuncios, y el Premium ($99.00 MN al mes), con las mismas características del anterior más la posibilidad de descargar en dispositivos móviles la música que uno desee, con las restricciones de que solamente puede ser reproducida por la aplicación móvil correspondiente, ya sea para iOS o Android; y de que tiene fecha de caducidad. Esto es, no es una descarga apta para reproducirse libremente o transferirse a otros dispositivos. Así mismo, existen diferencias en cuanto a la calidad del audio según el plan elegido, que para ser francos, no reviste grandes diferencia para el escucha promedio.

Dado lo anterior, y que los precios no me parecieron onerosos, me hice usuario Premium. Salvo algunas pistas que presentaban defectos y no podían ser reproducidas, el servicio me pareció a la altura de lo que pagaba. Sin embargo, la opción de descargar la música no me pareció lo suficientemente atractiva, pues siempre estoy en línea en mis dispositivos móviles y en mi computadora. Luego de un tiempo, opté por degradar mi suscripción de Premium a Unlimited. Y ahí empezaron las sorpresas.

Inesperadamente empezaron a escucharse anuncios a la mitad de un álbum o de una lista de reproducción, por lo que escribí a soporte técnico para reportar lo que para mí era una falla. Su respuesta me dejó perplejo: los suscriptores Unlimited sólo dejarán de oír anuncios en la versión de PC, por lo que en los dispositivos móviles es correcto que haya publicidad oral. ¡¡¿¿Qué!!?? ¿Acaso no sabe Spotify que el 80% de los usuarios acceden a redes sociales (y a final de cuentas ellos son una red social musical) desde dispositivos móviles? Incrédulo, recurrí a la cuenta de Spotify México en Twitter (@SpotifyMexico) en donde me confirmaron lo que el soporte técnico de Estados Unidos me había dicho: tendrá que aguantar los anuncios en sus dispositivos móviles si es usuario Unlimited, ya que la modalidad libre de anuncios sólo se aplica en computadoras o para usuarios Premium en cualquier modo de acceso.

Ante tamaña aberración, decidí cancelar mi cuenta de pago. Seguiré siendo usuario gratuito de Spotify hasta que sus absurdas políticas comerciales cambien, porque a final de cuentas, no son el único servicio de música en "streaming" existente.

Guardería ABC, ¿crimen de Estado?

¿Qué es un crimen de Estado? Habría que empezar por definir al Estado, que es el conjunto de instituciones en un territorio que permiten gobernarlo privilegiando la protección de ese mismo territorio y de sus habitantes. Así nacieron los Estados modernos desde los tiempos del feudalismo. Un crimen de Estado, entonces, es cuando dichas instituciones son omisas en cuanto a sus responsabilidades, o bien, se confabulan para llevar a cabo un ilícito. De esta manera, un Estado omiso es un Estado criminal.

A casi cinco años del incendio de la Guardería ABC, hay evidencias suficientes para calificar el hecho como crimen de Estado, según lo manifestado por el Ministro Sergio García Ramírez en 2006 (fecha previa al incendio, ocurrido en 2009, lo que le da independencia al razonamiento): "... la atribución de conductas al Estado, la concentración de responsabilidades en éste y la calificación de acciones criminales como políticas atribuibles al Estado, como consecuencia del comportamiento de quienes ocuparon altos cargos públicos y tuvieron y ejercieron poderes desmesurados, y la reunión de responsabilidades en el propio Estado." La cita está tomada del documento "VOTO RAZONADO DEL JUEZ SERGIO GARCÍA RAMÍREZ A LA SENTENCIA DE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS EN EL CASO GOIBURÚ Y OTROS VS. PARAGUAY DEL 22 DE SEPTIEMBRE DE 2006".

La subrogación de guarderías implica responsabilidad para el Estado a través de terceros en el cuidado de los infantes beneficiarios de las estancias infantiles. Sobreseer sus obligaciones por el solo hecho de que el servicio lo proporcionan por interpósita persona es renunciar a su deber intrínseco de proteger a la población, además de representar una perversa elución de sus funciones y de las deudas política y social que lo obligan.

Es, entonces, el reconocimiento de las omisiones lo que ha bloqueado durante cinco años la impartición de justicia. Como resultado, pedir justicia para los 49 niños fallecidos y la casi centena de afectados con secuelas de por vida como consecuencia directa del siniestro, así como para sus familias, no es un capricho. Lejos de serlo, quienes reclamamos que se proceda conforme a derecho para fincar responsabilidades con las consiguientes penas que el Poder Judicial determine, lo hacemos en el espíritu de exigir lo que el contrato social entre la ciudadanía y el Estado, junto con sus órganos de gobierno, establece claramente en nuestra Carta Magna. Ni venganza ni odio, ni perdón ni olvido, solamente justicia con apego a derecho.

http://www.jornada.unam.mx/2014/05/31/opinion/030o1soc

La derecha golpista en Brasil

Con sus diferencias obvias, la ultraderecha ha puesto en marcha virtuales golpes de estado en Brasil y Venezuela. La megalomanía de Maduro abona el terreno para los ataques radicales y la manipulación de las masas. Se ha comprobado que están utilizando en las redes sociales imágenes de asesinatos, violencia policial y represión falseadas. ¿Quién no recuerda la etiqueta de Twitter #PrayForVenezuela? La gente de buena voluntad, pero desinformada, ha caído en el engaño, repetido hasta el cansancio por los medios de comunicación alineados con los golpistas.

Los afanes stalinistas de Maduro hacen difícil su defensa, pero con Dilma Rousseff es una historia muy diferente. La cadena O Globo, el equivalente de Televisa en la patria amazónica, ha emprendido desde hace tiempo una campaña de difamación del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT). La Copa del Mundo ha sido un buen pretexto para calentar el ambiente pre electoral en Brasil. Como es sabido, la calumnia siempre lleva verdades a medias dentro de sí. El alto costo financiero en que se ha incurrido para la celebración de la Copa es yesca que prende fácilmente ante las consignas incendiarias de corrupción e ineficacia. El caso paradigmático es el ¿ex? futbolista Ronaldo, ligado estrechamente con la envilecida dirigencia de la FIFA, quien ha criticado en cuanto foro le es posible la organización del evento futbolístico por excelencia, viéndose obligado a recular en fechas recientes ante el repudio popular y el desmoronamiento de sus injurias venenosas.

Ahora, surgen las acusaciones al gobierno de la presidente Rousseff de que está limpiando las calles de Brasil de niños de la calle mediante el vil recurso de asesinarlos. Recordemos que hace 25 años los escuadrones de la muerte que llevaron a cabo la carnicería cruel y cobarde de los llamados "meninos da rua", fueron financiados por la ultraderecha brasileña, especialmente en Río de Janeiro. Se trataba de policías y delincuentes, a quienes les pagaban para exterminar a los niños desamparados con el argumento de que el futuro irremediable de esos marginados no era otro que la delincuencia, así que la masacre era una medida profiláctica. Y para "demostrar" las acusaciones, en redes sociales ya empiezan a circular hórridas fotografías de niños asesinados. No extrañaría que resultaran ser imágenes falseadas o de otros lugares en el mundo, como se ha hecho en Venezuela. O bien, que dichas matanzas estén siendo realizadas por los conjurados que buscan derrocar a un gobierno democráticamente electo.

Pero, ¿cuál es la grave falta, el enorme pecado de los gobiernos que se busca sean destituidos por medio de infamias y ataques a los fundamentos democráticos? La respuesta es simple: se han alejado de los designios neoliberales que hoy día imperan como la ideología dominante y como la doctrina económica única. El caso de Venezuela debe analizarse aparte, pues los últimos gobiernos han combinado autoritarismo, populismo y absolutismo con legítimos intereses sociales, políticos y económicos. Pero si debemos meter en un mismo saco los objetivos de estos regímenes (por un lado Chávez y Maduro, y por el otro Lula y Dilma), encontraremos coincidencias fáciles de reconocer: combate a la pobreza; defensa de su soberanía (en los terrenos políticos, militares, energéticos y alimentarios, entre los más sobresalientes); agresivos planes de salud y mejoramiento de la educación; defensa a ultranza de su riqueza petrolera, recobrando la rectoría del Estado sobre la explotación, refinación y distribución de hidrocarburos y derivados; apertura de mercados pero protegiendo la economía interna, lejos del proteccionismo de antaño; y poca tolerancia con el crimen organizado, principalmente del narcotráfico.

En ambos casos hay asignaturas pendientes que laceran a sus respectivas sociedades. En el caso brasileño los pueblos originarios siguen padeciendo atraso y represión; la prostitución es un mal endémico que no se ha podido controlar; la economía muestra grandes avances, y aunque la desigualdad ha perdido terreno, aún es un problema crítico. Pero también hay logros destacables: cuentan con unas industrias aeroespacial y militares muy relevantes, el desempleo ha bajado consistentemente, la libertad de expresión es una prioridad, y la defensa de los derechos humanos registra un saldo positivo.

Combatir décadas, incluso siglos, de condiciones adversas para el bienestar de los pueblos no es tarea sencilla, ni puede aspirarse a eliminar sus efectos en el corto plazo. Se requieren políticas de Estado, que más allá de los colores partidistas, garanticen la continuidad de los planes y programas estabilizadores. Eso es lo que Brasil ha logrado, y eso es lo que la derecha radical intenta echar abajo.

lunes, mayo 26, 2014

Hogwarts y The Economist

Parece que el súper ultra dúper archi chidazo gabinetazo empieza a hacer agua, como la estación Toreo del Metro que hoy se "encharcó".

Osorio estrena su título de Hogwarts desapareciendo a 16 mil desaparecidos de un salivazo, según lo dijo en un discurso hace un par de días.

Mientras tanto, ya ni The Economist cree en las habilidades y promesas del Ministro del Año Videgaray. Crecen los rumores de que la podadora ya afila las cuchillas en Los Pinos.

http://www.animalpolitico.com/2014/05/por-que-los-mexicanos-tienen-buenas-razones-para-preocuparse-por-la-economia-segun-economist/#axzz32r5NEoEX

sábado, mayo 24, 2014

Construir, construir, construir

El mantra repetido hasta la enajenación es "construir, construir, construir". Seguir construyendo en una ciudad al borde del colapso.

Mega torres, torrezotas, torrecitas y mini torres alzan sus negros esqueletos en toda la ciudad. Los señores feudales babean mientras firman los permisos de construcción y los cambios de uso de suelo. Las bendiciones delegacionales son otorgadas a diestra y siniestra, y nadie se sorprendería de saber que es con un diezmo mediante. Claro, en este país de milagros, el diezmo puede convertirse, multiplicarse, como los panes y los peces, en un 20 o 30 por ciento. O más, no hay que ser tímidos. Y la Ciudad de los Palacios sucumbe ante la imposibilidad de dotar de servicios a los hongos inmobiliarios que crecen por todas partes. Y la Región más Transparente se envuelve en brumas contaminantes.

Construir, construir, construir, que el sexenio no es eterno. Y los cajones de estacionamiento, (en las calles, los edificios, los comercios, los condominios), se vuelven cada vez más escasos y valiosos; y el agua es un commodity exclusivo; y la recolección de basura se desarticula por los enormes volúmenes generados; y las calles se encuentran en un colapso constante por obras mal planeadas y peor ejecutadas, como el segundo piso del periférico; y el transporte público mal conceptuado agrava los congestionamientos cuando se roban dos, tres, cuatro carriles a los ejes viales que tantos sacrificios nos costaron realizar. El imperio intocado del automóvil, el reino del consumo de los combustible fósiles.

Construir, construir, construir, que los que vienen atrás remarán, y si no pueden, pues ni modo. Y la ciudad crece desmedidamente, sin planificación, sin coordinación, sin un plan rector. La seguridad, nuevamente, es subyugada por criminales de todas las layas, desde los asaltantes de crucero hasta las poderosas mafias del crimen organizado, sin olvidar a los que con creciente libertad asaltan en el metro, peseros, camiones suburbanos y taxis.

Construir, construir, construir, que algo quedará, algo se derramará a los bolsillos de los funcionarios. ¡Y qué importan los murales de Siqueiros en el Polyforum! Vamos a construir un centro comercial, a elevar una torre de 50 pisos (otra más), a lucrar hasta la náusea. Pero, ¿cómo justificar el sacrilegio? Pues con una plañidera campaña diciendo que el mantenimiento del recinto y de la obra son "insostenibles", que hay un déficit mensual de 4 millones de pesos (cifra inverosímil en sí misma). Mientras tanto, en lo oscurito, se negoció el cambio de uso de suelo, los permisos del INBA, la bendición presidencial (del enano moral) y el financiamiento.

Construir, construir, construir. Es el mantra. Hasta que no haya quien pueda entonarlo.