viernes, noviembre 20, 2009

Balcanización de la República del Pastel

La aprobación del Presupuesto de Egresos para el 2010 viene a sumar una preocupación más para los mexicanos: el enorme poder que los gobernadores están adquiriendo, incluso sobre el poder presidencial.

No es que añore los tiempos en que si el presidente le preguntaba a alguno de sus colaboradores: ¿Qué hora es?, éste se aprestaba a responder: ¡Las que Usted mande, señor presidente! El problema real es que la estructura del Estado mexicano no está diseñada para tener una presidencia con poderes acotados, esto es, no contempla la figura del parlamentarismo. Es de celebrarse que la presidencia omnipotente desaparezca, pero no a golpes de pifias y errores, como los cometidos por Vicente Fox y Felipe CalNerón. El camino tampoco es la omisión, voltear la vista y pretender que nada sucede, como es el estilo de la nefasta pareja de panistas nombrada anteriormente. Bien lo decía la querida Mafalda: el problema no es romper el sistema, sino saber qué hacer con los pedazos.

Pues bien, la ruptura del sistema "revolucionario" se produjo en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari al querer llevar de golpe al país a un esquema neoliberal pleno, desmantelando las estructuras sindicales, sociales y políticas para dar preponderancia a los mercados no solamente en los terrenos económicos, sus feudos naturales, sino a todos los ámbitos del quehacer nacional. La máxima de la desregulación estatal en la economía se aplicó con tabla rasa a la totalidad de los programas en los que participaba el gobierno: asistenciales, de fomento a la industria, de impulso a las exportaciones, de educación, de salud, de ciencia, de tecnología, de cultura, del campo, de empleo, etc. Nunca más, dijo Salinas, cual cuervo neoliberal posado en el dintel de la puerta del Estado, denegando el acceso a todos, con excepción de los cuates.

Zedillo no hizo gran cosa, salvo profundizar las medidas salinistas sin el conocimiento ni el cuidado necesarios. El sistema estaba roto, quebrado, y nadie se tomó la molestia de llenar los vacíos que se crearon. Pedirles a Fox o a CalNerón que tomaran cartas en el asunto está fuera de discusión, pues ninguno de los dos reúne los requisitos necesarios. Vaya, ni siquiera creo que se hayan enterado de la necesidad de hacerlo.

Una vez que los panistas renunciaron a continuar ejerciendo una presidencia fuerte (recordemos el ¿Y yo por qué? foxista) y no entendieron que había que sustituirla con algún mecanismo de control político, los gobernadores empezaron a maniobrar para mantener sus espacios de poder, y de pasada, agandallar nuevos cotos. A través del Congreso de la Unión han logrado acumular enormes cuotas de poder, que a diferencia de los antiguos virreinatos estatales, tienen un impacto directo en la vida nacional. La reciente rebatinga por las rebanadas del pastel presupuestal son clara muestra de lo anterior.

La mesa está puesta: un sistema presidencial desbaratado; un Congreso que representa a los poderes políticos y fácticos, no a los ciudadanos; una República acéfala; unos gobernadores con poderes que rebasan su natural ámbito estatal; un país convulsionado y sin rumbo; un poder judicial que también obedece a los mandatos de la cleptocracia. Sí, la mesa está puesta para que cualquier cosa pueda ocurrir, y entre los escenarios posibles está la balcanización de México. Desde siempre los industriales estados del norte y centro se han quejado de que son los que generan la riqueza que se dilapida en la capital de la república y en el sureste mexicano. ¿Qué les impide hoy constituirse como naciones independientes a los estados de Nuevo León, Estado de México o Veracruz? ¿Quién podría ponerle freno a los afanes separatistas de Jalisco o Puebla?

Los recientes dislates de Mauricio Fernández, alcalde del municipio de San Pedro Garza García que hace apología de la justicia por propia mano; las reprobatorias declaraciones de seis premios Nóbel de Economía a la estrategia "contracíclica" (lo que sea que eso signifique) del régimen calderonista; la bofetada del Congreso a CalNerón de asignar presupuesto para las pretendidamente desaparecidas secretarías de la Reforma Agraria, de Turismo y de la Función Pública; el reciente ataque al cuartel de la PGR en Celaya en la víspera de la celebración del 20 de noviembre; y decenas de episodios que a diario afloran de entre las catacumbas del desgobierno, solamente alimentan la enajenación del poder, la distancia entre gobierno y gobernados, el desmoronamiento de la federación y la ineficacia del Estado.

Mientras tanto, el panista michoacano se mueve entre los humores del alcohol, la mecha corta, la negación de la realidad, la tosudez, la mendacidad y la estulticia. Cual Nerón moderno, mientras el país arde se escucha el tañer de la lira calderonista.

La República se hunde ante el azoro de propios y extraños.

martes, noviembre 17, 2009

2010, nulificación de facto

Hernández en La Jornada.
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Se ha concretado lo que el mismo CalNerón empezó a cocinar desde el inicio mismo de su mandato: una presidencia acotada, sin rumbo y sin provenir.

Primero los amarres, en muchos casos ilegales, que lo llevaron a la presidencia, fueron un pesado lastre desde la campaña misma: la oligarquía, líderes sindicales, depredadores políticos de regímenes anteriores, los saldos de la guerra sucia, compromisos con empresas extranjeras, especialmente españolas a través del "héroe" Mouriño, televisoras, etc.

Luego las poco propicias características personales del michoacano entronizado a sangre y fuego en la Presidencia: testarudo, visceral, desconfiado, pendenciero, falto de visión. No por nada su canción favorita es El Hijo Desobediente. Carlos Castillo Peraza lo retrató de cuerpo completo en las cartas que han sido publicadas por la revista etcétera ("Tu naturaleza, tu temperamento es ser desconfiado hasta de tu sombra"), así como por Julio Scherer en su libro Secuestrados, reseñado en la revista Proceso ("Inescrupuloso, mezquino, desleal a principios y a personas").

Cómo olvidar su casi inexistente preparación como funcionario público y gobernante, misma que ha sido documentada en este espacio en varias ocasiones: burócrata de medio pelo (su cargo más importante fue como secretario en la SENER) y diputado federal no electo (plurinominal).

El Fisgón en La Jornada.
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Este coctel no podía resultar más que en la estrepitosa derrota del PAN en las pasadas elecciones de julio, lo que resultó en un Congreso hostil. Así las cosas, el PRI se alzó como el principal beneficiario del presupuesto de 3.1 billones de pesos que será ejercido en 2010, por lo que podrá usar recursos públicos para llegar a Los Pinos, nuevamente, en el 2012. Una decena de años perdida, dos presidencias panistas mediocres, miopes; un país que ha regalado doce años de su vida a un proyecto de gobierno que nunca cuajó, que nunca cumplió con las expectativas ciudadanas, que ha sumido a México en probablemente la peor crisis institucional de que se tenga memoria.

No hay nada que festinar, no hay nada que festejar: un presidente cuyo mandato ha sido revocado de facto por los poderes, también de facto, del país; un México a la deriva, sin futuro, sin rumbo, sin esperanza para las nuevas generaciones.

Los ciudadanos somos responsables de esto y más, por lo que no podemos aplazar más tomar cartas en el asunto.

miércoles, noviembre 11, 2009

Sin trabajo, sin casa, sin dinero

El mundo entero sufre los estertores de un modelo económico, financiero e ideológico que agoniza.

Cientos de miles han sido lanzados a la calle al perderse su fuente de trabajo. Millones han visto deteriorarse su modo de vida en unos cuantos años. Familias enteras han perdido su patrimonio. El neoliberalismo, que ha hecho del capital el vellocino de oro y le ha conferido cualidades autoregulatorias que no tiene, ha sumido al mundo en una profundísima crisis financiera, causando el colapso de las economías de los países y propiciado la vergonzosa concentración de la riqueza en unas pocas manos, mientras que millones de seres humanos pagan las consecuencias de los falaces postulados neoliberales.

No sorprende que el perverso esquema de socializar las pérdidas y privatizar las ganancias haya rebasado su carácter monetarista y esté generando una descomunal crisis social. Tanto que Europa entera ha iniciado un movimiento contra el desempleo. José Saramago, premio Nóbel de Literatura, aporta su grano de arena mediante un texto que ha publicado en su blog. Rescato un fragmento para compartirlo aquí.

Lo que está pasando es, en todos los aspectos, un crimen contra la humanidad y desde esta perspectiva debe ser analizado en los foros públicos y en las conciencias. No es exageración. Crímenes contra la humanidad no son solo los genocidios, los etnocidios, los campos de muerte, las torturas, los asesinatos selectivos, las hambres deliberadamente provocadas, las contaminaciones masivas, las humillaciones como método represivo de la identidad de las víctimas. Crimen contra la humanidad es también el que los poderes financieros y económicos, con la complicidad efectiva o tácita de los gobiernos, fríamente han perpetrado contra millones de personas en todo el mundo, amenazadas de perder lo que les queda, su casa y sus ahorros, después de haber perdido la única y tantas veces escasa fuente de rendimiento, es decir, su trabajo.


Para algunos el calificativo de "crimen contra la humanidad" puede parecer excesivo, pero para quienes resienten los efectos de un sistema rapaz apenas les parecerá justo. Por nuestra parte, los mexicanos, deberemos de pagar durante muchos años la miopía de los gobiernos neoliberales, amén de la incapacidad de los dos últimos.

lunes, noviembre 09, 2009

Cultura, diferentes visiones

En las últimas semanas he tenido la oportunidad de asistir a diversos eventos culturales organizados por variopintas instituciones del país, y he constatado la enorme importancia que tienen ambos.

No obstante, esa importancia es menospreciada sin rubor alguno por quien hoy día cobra como presidente del país y se desempeña como el personaje de la canción que tanto le gusta: el torvo, necio, pendenciero y atrabancado Hijo Desobediente.

Daré mis impresiones de tres de los eventos que más reflexiones me produjeron. El primero de ellos es la ofrenda magna de Día de Muertos que se hizo en la Ciudad Universitaria de nuestra querida UNAM, en las llamadas “islas”, atrás de la rectoría. Acercarse de noche a dicho edificio, profusamente iluminado, es una experiencia muy emotiva; pero al continuar avanzando uno ve surgir detrás de la rectoría el imponente edificio de la Biblioteca Central que de inmediato arroba al espectador. Los diminutos mosaicos que conforman los enormes murales que Juan O’Gorman plasmó en las paredes exteriores del edificio brillan en todo su esplendor a la luz de una cuidadosa iluminación. Uno no puede menos que abandonarse al alud de sensaciones que produce esa gloriosa vista. Cuando finalmente uno reacciona se encuentra con la vasta explanada de las llamadas “islas”, en esta ocasión, colmadas de gente que asiste a admirar las ofrendas, dedicadas este año al controvertido y genial Edgar Allan Poe, en el bicentenario de su nacimiento. No es mi intención hablar de las ofrendas, sino del público.

Familias enteras poblaban la explanada, pero sobre todo, grupos de jóvenes que comentaban, ironizaban y alababan los diferentes trabajos expuestos. Muchos de los visitantes acudieron disfrazados, algunos con motivos de la importada festividad de Halloween, otros con vestimentas alusivas a nuestra más cercana tradición de Muertos. Los destellos de las cámaras fotográficas eran incesantes, y ni qué decir de la multitud de teléfonos celulares que se utilizaron para el mismo propósito: llevarse un recuerdo, una evidencia del espectáculo. El evento en sí mismo ya era un acierto, pero la UNAM tuvo el buen tino de montar un escenario para conciertos. A mí me tocó presenciar uno de rock. La concurrencia no era muy nutrida, pero lo compensaba con un entusiasmo contagioso. El acercamiento a dos vertientes culturales en un solo escenario, que a final de cuentas confluían, coronó con éxito una feliz idea. La gente salió satisfecha, sin duda.

El segundo evento al que me referiré es la 29 Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil que se está llevando a cabo en estos días en la sede del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Centro Nacional de las Artes (CNA). Aquí la experiencia no fue tan grata. Desde el momento mismo en que uno al fin logra acercarse al edificio del CNA, pues el tránsito se vuelve infernal por la mala planeación y control de la afluencia vehicular, y como muestra baste mencionar que ni un solo policía se encontraba presente en la tarde del sábado pasado, se lleva la desagradable sorpresa de que la fila para ingresar al estacionamiento es enorme y casi estática, ya que al no haber lugares disponibles la gente se estaciona en el arroyo esperando que les franqueen el paso cuando se desocupa algún cajón dentro del aparcadero. Confiado en que podría utilizar, como lo he hecho en el pasado, el estacionamiento de los cines que se encuentran ahí, logré superar ese caos para enfrentarme a la ilógica realidad de que el acceso a mi pretendida tabla de salvación estaba cerrado. Ignoro el motivo de tal situación, pero sospecho que las salas de cine no estaban en funcionamiento ese día, quizá porque ya las cerraron definitivamente o tal vez por un golpe de mala suerte que nos azotó ese día. Cualquiera que sea la causa, el efecto es que el CNA solamente cuenta con un estacionamiento, insuficiente a todas luces, para atender la afluencia de gente a este tipo de eventos.

También debo mencionar que la Feria no cuenta con una página de Internet propia, y que la liga a la sección correspondiente en la página del CNA está más muerta que nuestros fieles difuntos que conmemoramos hace unos días. Aquí la sección de Ferias en el sitio del Conaculta que contiene la liga que supuestamente conduce a la información deseada; y aquí la dirección de dicha liga que no funciona.

Dentro del recinto, la afluencia de gente era importante, y el número de expositores me parece que no se redujo con respecto al año anterior. Lo que me llamó poderosamente la atención es que los libros editados por el Conaculta son mucho más caros que los de editoriales similares, al grado que se ubican en la franja de precio de las casas más reconocidas y costosas, que en muchos casos venden libros de importación. Confieso que aún no tengo una explicación razonable para este hecho.

La organización de este año siguió en buenos niveles, incluidas las decenas de jóvenes que literalmente pastorean a los visitantes, pero por desgracia me quedo con algunos hechos muy lamentables: el insuficiente estacionamiento; el nulo control vehicular; la inexistente vigilancia policiaca; y el excesivo precio de los libros editados por el Conaculta. ¡Ah! Y el bochornoso hecho de que no tengan información en Internet.

Nota: Después de haber publicado esta entrada, encontré la página de la Feria.

Por último, hablaré del Museo Nacional de Arte (MUNAL). Aprendí, dándome de golpes en la pared en anteriores experiencias, que lo mejor es no acercarse al Centro Histórico en coche, por lo que dejé el mío cerca de una estación del Metro, transporte que usé para llegar al MUNAL. Para no extenderme más sólo diré que la exposición permanente está muy bien montada, considerando incluso los problemas que representa usar un recinto adaptado para tal fin. La comprensión del México actual, a través de las obras plásticas exhibidas, es el mayor mérito que tiene el museo, aunque el observador casual sufrirá de aburrimiento, pues el recorrido no tiene un formato atrayente y ameno. Pero la reflexión que motivó su inclusión en este recuento es la de ver, con creciente horror, las coincidencias de la época actual con las condiciones previas a los movimientos independentista y revolucionario, que desembocaron en sendas guerras en México.

Las evidentes diferencias en la organización, el alcance y el éxito de cada evento demuestran las visiones que de la cultura tienen cada uno de los organizadores. El gran perdedor, a mi parecer, fue el Conaculta.

La cultura no es un pasatiempo, es una reafirmación de nuestra identidad; una puerta al futuro mediante el conocimiento de nuestro pasado; una mirada a nuestra propia realidad; un elemento imprescindible del progreso, el bienestar y la estabilidad; una expresión de lo que somos. Por eso me resulta incomprensible el desdén hacia la cultura de los últimos cinco gobiernos, al menos, el cual solamente puedo entender como el producto de una perversa ignorancia.