La Jornada: "el dirigente Manuel Espino rechazó la apertura de los paquetes electorales, como exige el PRD, con el argumento de que sería una 'agresión' y un 'insulto' a los ciudadanos que participaron en la jornada del domingo.
La oposición a la apertura se evidenció durante la mañana, cuando los dirigentes nacionales del PAN se reunieron con los presidentes de los comités estatales para pedirles que defiendan el triunfo de Calderón y que, como primera medida, no permitan que se abran todos los paquetes."
Ya Espino había enseñado el cobre desde hace mucho. Con cinismo monumental, alega ofensa a los ciudadanos si se abren los paquetes electorales. ¿Qué ofensa más grande que robar una elección? Yo quiero claridad, exijo claridad, merezco claridad en el pasado proceso electoral.
Si había dudas acerca de la limpieza de la elección, el PAN empieza a dejar pistas de que efectivamente hubo un fraude, un inmenso fraude. El nerviosismo del PAN revela sus culpas: nos robaron la elección.
Independientemente de quién haya sido el ganador, y todo parece apuntar a que López Obrador ganó, nos han violado nuestros derechos, nos han timado, nos han robado, nos han ofendido.
Se empiezan a acomodar las piezas de Hildebrando, Campa, Cárdenas, Ugalde, Gordillo y aquellos que desde las sombras los impulsan. Esta película ya la habíamos visto en el 88, cuando Diego Fernández de Cevallos se encargó de quemar los paquetes electorales para darle el triunfo a Salinas, cerrando la posibilidad de que se hiciera el recuento de hubiera demostrado el fraude.
Calderón sería un presidente ilegítimo, con las manos sucias, pero con la conciencia tranquila, pues desde el principio ha avalado este nuevo saqueo a la Nación.
Esta burda maniobra, tecnificada pero sin dejar de ser una traición a la Patria, ofende más a los que votaron a favor de Calderón que a los que no lo hicieron. Ellos, Sr. Espino, deberían ser los primeros a los que defendiera, pues se están burlando cínicamente de quienes creyeron en sus falacias, en sus mentiras, en sus engaños.
El 2 de julio celebré el nacimiento de un nuevo México, pero veo con profunda pena que me equivoqué. Seguimos siendo rehenes de nuestra apatía, de nuestros miedos, y de quienes se han propuesto negarnos la democracia.
¿Defenderemos los mexicanos nuestra voluntad expresada en las urnas? Hago un llamado a los mexicanos visitantes de este sitio a que no permitan que se consume el fraude. Los políticos y la oligarquía le apuestan a nuestro desánimo, al asco que nos provoca la política, para mantenernos alejados de sus dominios y continuar escamoteándonos la democracia. ¿Cómo veré a los ojos a mis hijas si no defiendo hoy su futuro?
Me duele mi país, me duele mucho.
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