En algún texto anterior dijimos que los comicios de México tenían las características de una elección de Estado, o de una elección del sistema impuesta por los poderes económicos y políticos; algunos señalan incluso que se trata de una nueva forma de golpes de Estado que se consuma por la vía de las urnas, bajo apariencia legal.
Antes los golpes de Estado se consumaban por la intervención de los ejércitos y de algún general que encabezaba la rebelión en contra del orden establecido. (En América Latina hemos conocido infinidad de casos.)
Ahora han cambiado los procedimientos golpistas pero no su sustancia real. La globalización de los consorcios y de sus agentes políticos procede de otra manera: busca que no se modifique el orden de cosas vigente, que se respeten las "reglas" de la nueva economía y de la nueva política: reglas que son inalterables y que debe evitarse sean puestas en duda, y menos por las aspiraciones electoreras de ciertos políticos "subversivos" o "disidentes" con tentaciones de reforma (en México se les ha llamado con "vocación mesiánica").
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