domingo, mayo 07, 2006

¿Legalidad, coerción o estupidez?

Diversas fuentes anuncia el lanzamiento del servicio FisrtSource de la compañía californiana BayTSP, encaminado a identificar quiénes son las fuentes iniciales de publicación de archivos protegidos por derechos de autor en las redes P2P, y poder proceder legalmente en contra de ellas.

Los clientes de este servicio son las grandes compañías de discos, películas y programas, pues el costo del mismo es muy elevado. De esta manera, BayTSP pone una barrera de precio infranqueable para muchos.

Algunas de las fuentes consultadas para esta nota son el diario Clarin, el sitio noticiasdot.com, y DRMWatch (en inglés). Revisé muchos otros sitios, pero menciono los más relevantes. Ustedes pueden hacer una búsqueda en Internet sea por el nombre del servicio o el de la compañía, y encontrarán multitud de resultados.

Esta nota será un poco larga, pues a pesar de que anteriormente he expresado en este blog algunos de los conceptos que verán a continuación, la noticia me ha movido a nuevas reflexiones. Me permito compartir todo lo anterior con ustedes.

A mi gusto, el servicio no es la noticia principal. Leyendo entre líneas nos damos cuenta de algunas cosas que no se dicen.

1. Los mayores esfuerzos en materia de frenar el intercambio de archivos, proviene de las grandes productoras: casas de software, estudios de cine y disqueras principalmente. Se han enrolado en una lucha, que tienen perdida desde antes de iniciarse, y gastan enormes sumas de dinero que endosan a quienes compran sus productos. ¿Porqué nunca ganarán esta guerra? Porque el "enemigo" utiliza una táctica mixta: la guerra de guerrillas y las células independientes. La primera les da movilidad, disperción, efectividad y acceso a un inmenso acervo de conocimientos tecnológicos. La segunda les asegura anonimato, confidencialidad y autonomía.

2. El problema es que el "enemigo" son sus propios clientes. FirstSource está encaminado a localizar a los "peces gordos", o sea, las redes de distribución primaria del material más reciente. Por ejemplo, al que pone una película que está por salir o acaba de iniciar su exhibición en los cines. Pero lo cierto es que quienes se benefician de la publicación de dichos archivos son millones de personas diariamente en todo el mundo. Es una clara lucha entre grandes cantidades de dinero y millones de consumidores. Aclaro que uso la palabra consumidores debido a que revisando encuestas que contienen al menos estas dos preguntas ¿Descargas archivos con derechos de autor de Internet? y ¿Compras material pirata?, las respuestas abrumadoramente resultan ser "Sí" a la primera pregunta, y "No" a la segunda. ¿Extraño? No tanto. Revisando los votos razonados, muchos admiten que prefieren comprar productos originales por diversos motivos. No ahondaré para no extenderme, ya que este asunto por sí solo amerita un análisis aparte. Sólo quiero puntualizar que quienes descargan archivos TAMBIÉN compran productos, incluyendo el original de la copia que descargaron. Esto sucede sobre todo con CD's musicales. Para redondear y terminar este punto sólo diré que en la mayoría de los casos, las redes primarias de distribución no ganan dinero por hacerlo. Esta es una diferencia fundamental con la piratería.

3. Criminalizar a los consumidores que se NIEGAN A COMPRAR BAJO LAS CONDICIONES ACTUALES, no es la solución. No abordaré los posibles motivos, pues por ahora sólo me interesa establecer que las industrias afectadas no están empleando de manera adecuada sus cuantiosos recursos: les dan los beneficios a terceros (millones de dólares para abogados y compañías como BayTSP) que les "ayudan" a combatir a sus propios clientes, quedándose solamente con la mala imagen que generan y los astronómicos gastos en medidas que no funcionan.

4. Esto nos lleva a que hay fuertes intereses económicos deseosos que ni la piratería ni la distribución de archivos en redes P2P finalizen. No hablo de complots, no soy AMLO, sino de que una enorme cantidad de dinero ha cambiado de manos sin obtener resultados, y que la genéricamente llamada industria del combate a la piratería, florece sin darle soluciones a sus clientes, similar a lo que ocurre con los virus, con la salvedad de que en éste último caso sí se han encontrado soluciones eficaces por la ENORME cooperación de los usuarios.

5. Resulta claro, entonces, que la cooperación de los consumidores juega un papel muy relevante en los resultados obtenidos en cada caso. Esto confirma que EL MERCADO DE CONSUMIDORES NO QUIERE COOPERAR para detener el fenómeno P2p ni el de la piratería, por el contrario, se siente agredido. Tal es el caso de la infame Windows Genuine Advantage, que invade la privacidad de los usuarios y no ha resuelto, ni de lejos, el problema de la extensa base instalada de copias gratuitas de productos Microsoft. Por el contrario, está deteriorando la imagen del gigante de Redmond.

6. El intercambio de archivos NO es piratería. La primera no persigue lucro en la actividad misma de intercambio de archivos, la segunda sí.

7. Por lustros, los analistas financieros, de negocios, de mercadotecnia, y muchos otros, han alertado que la orientación de los mercados ha cambiado: de ser mercados de vendedores han pasado a ser mercados de compradores, independientemente del nicho económico del que se trate. Esto está siendo ignorado olímpicamente por las industrias afectadas por el intercambio de archivos. Permítanme insistir en que los consumidores se niegan a seguir comprando en un esquema que ya no satisface sus necesidades, no responde a sus exigencias, y está dañando seriamente su propia imagen. ¿Hablamos de una revolución popular y mundial? Definitivamente.

8. El becerro de oro adorado por los grandes inversionistas durante por lo menos los últimos 70 años, la Ley de la Oferta y la Demanda, cual Frankestein se ha vuelto contra sus creadores, debido a su incapacidad de responder a los reclamos de los consumidores.

Aclaro que no defiendo la piratería, ni estoy en contra de que los autores, productores, intérpretes, artistas, distribuidores y comercializadores ganen dinero. Simplemente señalo que hay eslabones de esta cadena productiva que están fallando visiblemente, y fincan la responsabilidad en quienes son su razón de ser: sus clientes.

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