domingo, mayo 21, 2006

La debacle de Marcial Maciel ¿y de la Iglesia católica?

La debacle de Marcial Maciel apenas empieza a cobrar víctimas. La primera de ellas, el mismo Maciel. Siguiéndole muy de cerca, los Legionarios de Cristo. Pero sin duda, quien puede resentir los daños más graves es la Iglesia Católica en su conjunto.

Durante décadas se han venido denunciando y documentando conducatas ilícitas, inmorales y perversas de sacerdotes de los más variados rangos: desde curas de pueblo hasta altos jerarcas. La respuesta del Vaticano, y de la estructura política de la Iglesia, ha sido sólo una: fingir que no ha pasado nada y tratar de darle carpetazo al asunto.

Con esto, han demostrado que van a contrapelo de la Historia, y que pretenden enterrar en las mazmorras más oscuras de la Iglesia estos temas. Antes que lavar y ventilar la herida,para su cabal sanación en poco tiempo, han optado por el aire viciado de la secrecía, la oscuridad, el engaño, el ocultamiento, la complicidad.

Jesús demostró que debemos perdonar aún a los peores pecadores, y uno de los ejemplos de moda, a raíz de El Evangelio de Judas y El Código Da Vinci, es María Magdalena. A pesar de que hoy hay polémica de si verdaderamente María Magdalena era prostituta y pecadora, pero a los que fuimos criados en el catolicismo se nos inculcó siempre esa imagen, y la magnificencia de Cristo al haberla perdonado.

En vez de emular a uno de los pilares de la fe católica, Benedicto XVI eligió la simulación: un castigo menor para quien abusó sexualmente de niños aprovechándose de su ascendencia moral y su posición, omitiendo un real castigo alegando causas humanitarias, las misma que se esgrimieron para no procesar debidamente a Pinochet. El perdón no es excluyente del castigo terrenal, cuando el mismo Vaticano le ha reconocido personalidad jurídica a tratados internacionales de Derechos Humanos.

En una sociedad más escéptica, más informada y que busca nuevas formas de expresión y de fe, la aplicación de tácticas medievales para la resolución de un conflicto deja rezagados a Benedicto XVI y a la Iglesia que representa.

Con serios problemas para hacer que la grey respete sus dictados referentes a las relaciones sexuales fuera del matrimonio, al uso del condón, al aborto, y a otros temas polémicos, el Papa y la Iglesia han mandado un claro mensaje al mundo, que éste deberá responder en forma, fondo y tiempo. Muy probablemente dicha respuesta no sea del agrado de la Iglesia, y represente un hito determinante para su existencia futura.

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