Paso a explicarme. Como casi todos los mexicanos sabemos, a Felipe Calderón le ha gustado autodenominarse El Hijo Desobediente, en referencia a un corrido mexicano que siente le retrata fielmente. Incluso el día de su toma de protesta como candidato a la presidencia por el PAN, se tocó esa melodía para su beneplácito. Aún más, existe una biografía de Calderón, dicen que muy mala, que lleva ese nombre.
Después, también todos sabemos lo polémico que fue su triunfo, tanto así que muchos afirmamos que no fue legítimo, aunque ya tiene estatus de legal. Esa es la gran Mancha de la presidencia calderonista.
Por último, su reciente cruzada en contra de las "dictaduras personales vitalicias", las expropiaciones, y el derecho de autodeterminación de las naciones, le han hecho arremeter contra los molinos de viento en América Latina, región a la que asegura ha vuelto sus ojos, pero no con la mejor de las intenciones, al parecer.
Por todo lo anterior, me parece que a pulso se está ganando el mote de Don Hijote de la Mancha. Veamos qué hace en el resto de su sexenio este hidalgo que sin mediar la menor provocación se lanza, lanza en ristre, en contra de lo que le desagrada. Pero a diferencia del personaje de Cervantes, sus luchas parecen no ser por la justicia, sino por el libre mercado.
De esta manera, Felipe El Cruzado, habla de respeto y cooperación con las naciones latinoamericanas, y por otro lado, les da de palos. Curiosa diplomacia la de su Real Majestad.
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