domingo, junio 11, 2006

Malvenido al país, Sr. Zedillo

El Universal: "La reaparición del ex presidente Ernesto Zedillo en la ciudad de México, no hace sino confirmar la profecía que hace años también hizo el ex presidente López Portillo, quien manifestó que de seguir la política por el camino de las simulaciones, nos convertiríamos en un país de cínicos. Por ello, la presencia de Zedillo en la Expo Management constituye la más flagrante muestra de cinismo, no sólo porque el autor del fraude Fobaproa-IPAB, al término de su mandato, se fugó del territorio nacional para acogerse a la hospitalidad de las empresas estadounidenses que benefició con las privatizaciones".

Esto lo afirma Jesús González Schmal, panista de cuño durante muchos, muchos años, y hoy diputado de Convergencia. González Schmal representa los valores fundamentales del panismo, los mismos que Manuel Gómez Morín postuló al fundar el partido en 1926.

Podríamos estar de acuerdo o no con la doctrina del segundo partido más longevo en el país, pero hacía política honesta la mayor parte del tiempo. Defendió durante décadas valores nacionalistas, y otros no tanto, pero era congruente con su plataforma y su proyecto de Nación.

Todavía hoy aunque sea ya miembro de otro partido, González Schmal representa la última fase de un PAN coherente, combativo y con proyecto partidista. Hay que tomar con precaución sus palabras, pues hoy es oposición directa de Calderón, a través de la Coalición por el Bien de Todos. Continúa González Schmal:

Bien sabe el ex presidente que cuando convirtió el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa) en el fideicomiso del Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB), lo que hizo fue violentar el estado de derecho al convertir en deuda pública un fideicomiso que, mal diseñado y peor operado, no podía trasladarse a empréstito nacional, sin haber sido previamente aprobado en el Presupuesto de Egresos por la Cámara de Diputados.

Zedillo, con la complicidad del PAN (entonces dirigido por Felipe Calderón), a posteriori convalidó el atentado financiero a la nación mediante la aprobación del IPAB que recogió, convertido en deuda pública, todo el lodazal de créditos supuestamente irrecuperables de toda clase de alimañas que, encubiertas como banqueros, sanearon sus instituciones para vendérselas a piratas transnacionales que operan con franquicias de bancos internacionales.

Bien sabe Zedillo que por su necedad y la protección de sus intereses y vínculos con el extranjero, no aceptó que la crisis de los pequeños deudores, que no podían pagar a los bancos por las excesivas tasas de interés, se hubiera resuelto como proponían los barzonistas para que el diferencial de la tasa acordada originalmente y la que querían cobrar los bancos fuese distribuida para su pago entre el gobierno, que había generado la inflación de los intereses, y los propios bancos, que tenían márgenes de intermediación leoninos. El ex presidente exiliado urdió el Fobaproa para esconder entre los pequeños deudores de modestos montos de hipotecas, a los grandes defraudadores que habían quebrado a los bancos. La trama era burlar la ley para después, con poca inversión de mordidas para los diputados, convertir en deuda nacional el saqueo por más de 100 mil millones de dólares.

Así se ha ido consumando un triple fraude contra el pueblo. El primero, un fraude a la Constitución y a la Ley Bancaria. El segundo, al trasladar a deuda pública supuestos quebrantos bancarios para sanear estas instituciones, lograr que sus dueños las coloquen como sucursales de bancos extranjeros y enriquecerlos sin el molesto pago de impuestos a través de la Bolsa. Y el tercero, que hasta la fecha sigue produciendo ricos sexenales a dar y prestar como los Bribiesca Sahagún, los Cosme Mares, y hasta los edificios del PAN que han salido de los activos subvaluados del IPAB. Si Zedillo va a argumentar, como ahora lo hacen Mario Beauregard, secretario del IPAB, o Felipe Calderón, que "el rescate bancario" era la única salida para salvar a los ahorradores, lo único que podemos concluir que también completa el trío de cínicos, porque bien sabe que esto nunca hubiera ocurrido de haber seguido la propuesta de El Barzón, sin dar lugar a recoger autopréstamos de los banqueros; ni, mucho menos, se hubiera extranjerizado el sistema bancario nacional como hoy ocurre. Sea usted malvenido a México, señor Zedillo.


No soy de la idea de alimentar rencores que hieren y dividen al país, pero sí creo firmemente en que la justicia debe alcanzar a quienes han hecho daño a Nuestra Nación entera.

Calderón también sabía, y sabe hoy, que el IPAB no era la única solución a la crisis de "los alfileres" de 1994-1995. En el mejor de los casos, lucró a sabiendas con su negativa inicial para obtener beneficios para sí o para su partido, para luego dar su brazo a torcer conminando a los diputados del partido que él entonces dirigía a votar a favor de la iniciativa gubernamental.

Intentar desligarse de esa acción histórica, porque hundió en la pobreza a millones de mexicanos y nos endilgó una deuda que, si bien nos va, pagarán tres generaciones de mexicanos, es un acto mendaz e innoble, por decir lo menos.

Lo menos que yo esperaría de Calderón, para otorgarle mi voto, es que tenga el valor civil, moral, ético, político y humano, de enfrentar a la historia y a los mexicanos, y darnos una explicación de su proceder entonces y ahora.

¿Y Zedillo? ¡No traigo cash!

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