viernes, junio 09, 2006

Lágrimas de cocodrilo

El Financiero en linea: "La entrada de autos usados estadounidenses, a propósito de la apertura para importar vehículos de América del Norte hasta de 15 años de antigüedad, ha causado preocupación entre diversos sectores de la industria automotriz nacional, entre ellos el de los distribuidores."

Reza el refrán "el lagarto hablando de hocicones". No le llamo hocicón al Sr. Arturo Zapata Guízar, pero sí creo que su opinión está un poquito infundada:

De acuerdo con Arturo Zapata Guízar, presidente ejecutivo de Corporación Zapata, la entrada de estas unidades a México es una "política desastrosa, ya que afecta no sólo a los empresarios, sino también al sector de la población que supuestamente se quiere beneficiar, la de escasos recursos".

Aseguró que el mercado mexicano ha evolucionado y no es necesaria la incursión de estos vehículos, pues las oportunidades de financiamiento y precios se han vuelto muy competitivas respecto a las de nuestro vecino del norte.
Pues no, Sr. Zapata, no es así como funciona la vida real. En publicaciones pasadas, he mencionado ejemplos concretos de la dificultad de los mini empresarios para obtener financiamiento.

Entre ellos, un cliente mío, ha batallado terriblemente para obtener créditos para soportar sus planes de crecimiento. Uno de esos viacrucis ha sido la adquisición de unidades de transporte para sus productos. Peregrinó por varias agencias pidiendo crédito para comprar seis unidades de carga. La respuesta siempre fue la misma: no hay créditos para empresas. Una de las agencias visitadas, de autos Nissan, le financiaba una sola unidad, del doble del precio de las que buscaba, a 18 meses. Evidentemente se trataba de inventario mula que querían eliminar, y no de servir a quien ha sido su cliente en el pasado.

Por lo tanto Sr. Zapata, ¿no serán lágrimas de cocodrilo las que vierte? El sector automotriz está también participando en la orgía desenfrenada del crédito al consumo, pues si un particular quiere adquirir un auto, le ponen alfombra roja. Pero si una empresa lo solicita, le dan con la puerta en las narices.

Mi cliente tenía presupuestado alrededor de $700 mil pesos para los vehículos, calculando dar de enganche $210 mil pesos y pagar mensualidades de cerca de $30 mil pesos. Acabó comprando unidades usadas legalizadas por un monto de $250 mil pesos.

¿Eso es competitividad en precio y financiamiento, Sr. Zapata?

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