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domingo, junio 11, 2006
En el mejor partido del Mundial hasta ahora, México ganó
En el mejor partido que ha habido en Alemania 2006, la selección tricolor ganó de manera clara a Irán con un marcador de 3-1.
El partido en el primer tiempo fue de los dos lados. Irán empezó muy bien, atacando y poniendo en serios apuros el arco de Sánchez, al grado que el cancerbero mexicano evitó el primer gol con una atajada espectacular. Los persas salieron a proponer el partido y se adueñaron del encuentro. Le tomó tiempo a los mexicanos bajarle el ímpetu a sus rivales, pero empezó a equilibrar las acciones. Irán marcaba fuerte y ahogaba las posibilidades del cuadro mexicano.
Al minuto 28, Omar Bravo abrió el marcador desviando con el pie derecho un balón que llegó al área chica. Irán no se desmoralizó y empató al minuto 36 con un gol, que en mi opinión, fue en mucho responsabilidad de Oswaldo Sánchez, pues debió salir por esa pelota que llegó a su área chica. No lo hizo y permitió el remate de Yahya Golmohammadi, que decretó el empate.
A partir de ese momento, el partido bajó el ritmo, pues los iraníes empezaron a replegarse para conservar la igualada. Así se fueron al descanso, con un nerviosismo que se sentía en el ambiente.
En el descanso, Luis Pérez tomó el puesto de Gerardo Torrado, así como Zinha el del Guille Franco.
Pocos minutos después, en el 52, Borgetti salía lesionado y era remplazado por el Kikín Fonseca. La lesión de Borgetti probablemente lo deje fuera en el próximo encuentro. El partido seguía trabado, con el cuadro asiático totalmente replegado, el equipo mexicano abusando de los centros al área, y hubo poca efectividad y emoción. No obstante, los aztecas insistían una y otra vez, aunque faltos de imaginación, pues nunca entraron con triangulaciones al área rival, como tampoco intentaron los tiros de media distancia. La cancha la tomó la Selección Mexicana y ya no la soltó. Adelantaron líneas, dominaron el medio campo, y tomaron todo lo que su rival abandonó.
Al minuto 76, Omar Bravo culmina una jugada derivada de una pifia de la zaga iraní y anota el desempate a un extraordinario pase de Zinha, que en el partido se había visto lento para soltar el balón. En esta ocasión hizo la jugada de un maestro: robó el balón a la defensa iraní, dió una pausa y sirivió tres cuartos de gol a Bravo, quien sólo tuvo que empujarla. A partir de ese momento, se hundió la selección persa. Se borró del campo y solamente tuvo algunas llegadas de cierto peligro, pero ya no pudo recuperar lo que había regalado intentando retener un magro empate.
El mejor gol, a mi gusto, fue el que Zinha metió de un cabezazo ante la floja marca de Irán, al minuto 79.
A partir de ese momento, la suerte estaba echada. Irán no tenía con qué responder, a pesar de qu nunca bajó los brazos, y México se mantuvo ordenando atrás, con ocasionales errores mentales de los zagueros, pero sin consecuencias.
Debemos agradecerle a ambos equipos el buen espectáculo ofrecido, pero particulamente a la Selección Mexicana, pues nunca cayó en el juego especulativo que propuso Irán tras el empate, y jamás se rindieron. Este es el juego de México, propositivo, alegre y efectivo. Aún faltan algunos ajustes, pero el equipo dirigido por Lavolpe me dejó satisfecho.
Muy buen triunfo de México, en lo estratégico, en lo táctico y en lo anímico.
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