Raúl Cremoux: "Si en los 17 días que faltan para la elección presidencial no ocurre algo semejante a un bombazo, las cartas ya están cargadas para López Obrador. Las encuestas anuncian una preferencia cerrada entre los dos punteros, pero omiten, porque no lo pueden reflejar, el ánimo reivindicatorio cada vez más extendido de las clases populares. Esa tarea la inició desde diciembre de 2000 el recién llegado a la jefatura de Gobierno de la ciudad capital.
Los videoescándalos de Ímaz, Ponce, Sosamontes y Bejarano fueron nublados con el "complot", encarcelamiento y trato espartano que se le dio y continúa ofreciéndose a Carlos Ahumada.
Si el arranque de la contienda electoral ya prefiguraba un posible ganador, el desarrollo de la misma -con sus altas y bajas- no ha hecho otra cosa que no sea la confirmación de una noticia anticipada. El caldo de cultivo ha sido de lo más propicio: la mitad de la población en pobreza, una educación básica deplorable, abusos desde el poder en órdenes variopintos, carencia de oficio en la dirigencia, enorme fuga de connacionales en busca de trabajo en Estados Unidos, incumplimiento de numerosas promesas de campaña panista y, por el lado priísta, la más absurda obsesión por negarse a la transformación en un partido democrático, moderno, incluyente y atractivo.
De esta fecha en adelante, no importa lo que se haga, salvo un quiebre del destino, habrá que recordar la sentencia de Julio César en las Galias: "La suerte está echada"."
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