martes, abril 11, 2006

"Pobre señora" Poniatowska

Con el nivel que tienen las campañas políticas presidenciales del 2006 en México, no es de extrañar oír barbaridades como las siguientes.

"El líder nacional del PAN, Manuel Espino, dice que duda de la integridad moral de intelectuales como Carlos Monsiváis, Fernando del Paso, Carlos Montemayor, etcétera, que han criticado la campaña mediática de su partido; considera hasta sospechosa su actitud. Sobre la escritora Elena Poniatowska -cuya imagen fue utilizada en un espot panista- comenta que ''esa pobre señora'' le da pena, pues empeñó su prestigio en una causa que no vale. "

Esto lo cita la reportera Claudia Herrera Beltrán en la edición de hoy, 11 de abril de 2006, del diario La Jornada http://www.jornada.unam.mx/2006/04/11/005n1pol.php.

No hay duda que la historia se repite, o al menos, tiende a repetirse. La persecución, el oscurantismo, la discriminación, y sobre todo, la estulticia, parecen no tener época. Están presentes a todo lo largo y lo ancho de la Historia de la Humanidad. ¿Qué diferencian a Hitler, a Torquemada y a Espino en su discurso sumario? Sólo unos cuantos años de diferencia en su existencia.

Descalificar a intelectuales de la talla de los citados requiere de una total candidez, una absoluta ignorancia, y una autoritarismo boyante. Sin temor a equivocarme afirmo que el Sr. Espino no ha leído ninguna de las obras de los "inmorales" autores de los que se mofa con ligereza e irresponsabilidad.

Pero hablemos del caso de la "pobre señora" Poniatowska. Espino se lamenta de que haya empeñado su prestigio en una causa que no vale la pena. Poseedor absoluto de la verdad, oráculo infalible, convierte en un santiamén un público acto civil de apoyo a un candidato, en motivo suficiente para que cualquier persona, en este caso la "pobre señora" Poniatowska, sea defenestrada de sus derechos civiles, políticos y humanos en un juicio sumario instantáneo. Entonces, bajo su lógica, el acto de comprometerse con una causa es algo deleznable. Si el Sr. Espino está comprometido con una causa que alguien más no comparte, como por ejemplo la del PAN, o la de la Selección Mexicana de Fútbol, o la de la Iglesia Católica, o con cualquier otra que pudiera elegir, ¿nos permite eso llamarle "pobre señor" Espino? ¿Nos autoriza entonces a dudar de su integridad moral? ¿Aceptará que su compromiso sea calificado como "sospechosa actitud"? Es obvio que la respuesta es negativa.

Elena Poniatowska ha comprometido su prestigio, (o por mejor decir, sus prestigios: moral, personal, profesional, social, político, ético, y otros más), en innumerables ocasiones. Basta con leer algunos de sus libros para darse cuenta del valor cívico de la "pobre señora". Independientemente de que uno sea su partidario o su adversario, comparta sus puntos de vista o no, guste de su prosa o la deteste, no se puede cuestionar sus prestigios, su moral y su buen juicio por un acto tan mínimo y cotidiano como dar su apoyo público a alguien. Reconocer las virtudes del antagonista ennoblece. Claramente el Sr. Espino no es noble.

Pero no es ave solitaria. El verano de la intolerancia, de la cerrazón, del absolutismo medieval está poblado de golondrinas que festinan, en un acto frenético y desesperado, su agonía. Ayer escuché en la radio una entrevista de Joaquín López Dóriga a Felipe Calderón Hinojosa. El "pobre señor" Calderón, pues afirma estar comprometido con México, sin rubor alguno defendió el artero ataque a Elena Poniatowska. Sólo le faltó decir "el que se ríe, se lleva" (frase que por cierto usó en otro momento y refiriéndose a otro tema). Incontables actores del sainete político al que llaman campañas políticas, sin omitir a los candidatos mismos, se han empeñado más en el poco imaginativo ejercicio de la descalificación a priori que en el de la inteligencia. Pereza, desesperación, pobreza de ideas. Todo eso es el campo fecundo donde florece la actual realidad política de México.

Denostar al adversario insulta nuestra inteligencia y es un recurso que no debemos permitir siga siendo utilizado. Impidamos que la historia se repita, que la peste del absolutismo siga campeando por nuestro país. En cada uno de nosotros está la tangible posibilidad de evitarlo, y las elecciones del próximo mes de julio son una excelente oportunidad para coordinar esfuerzos.

Voten de acuerdo a su conciencia, convicciones y compromisos. Sintámonos orgullosos de ser llamados "pobres señores (as)".

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