miércoles, abril 26, 2006

El debate, ¡Ay, el debate! I

El primer debate de los candidatos presidenciales ha terminado hace unas horas. Me quedo con un sabor de boca, ¿cómo definirlo?, desagradable por decir lo menos.

Primero, si la gramática fuera un criterio para elegirlos, ninguno de ellos llegaría a Presidente. La destrozaron, la hicieron pedazos. Combinaban plurales de sustantivos con singulares de adjetivos, y visceversa; intercambiaban el género entre los artículos y sustantivos; las conjugaciones verbales eran una parodia del buen decir. En fin, no soy lingüista (recuerden que soy un Experto de Nada), pero daban ganas de llorar al ver esa masacre.

Segundo, hilvanar ideas no es lo de ellos. Parece que tampoco la retórica y la oratoria, así que había que poner una dosis adicional de atención para entender primero lo que querían decir, y luego, la idea que tímida asomaba tras la verborrea.

Tercero. Los mas coherentes en cuanto a propuestas creo que fueron Felipe Calderón y Patricia Mercado. Acerca de esta última, fue refrescante ver que se sustrajera al vodevil de descalificaciones escenificado por Roberto Madrazo y Calderón.

Cuarto. Acerca de la personalidad de cada uno, les comento mis impresiones, en estricto orden alfabético. Felipe Calderón, en cuanto se quitaba la cazadora (camuflada, obviamente) que usaba para atacar a Madrazo, me pareció mesurado y propositivo al decir varias veces cómo pensaba hacer lo que proponía. Acertó al sonreír discreta y confiadamente al responder a los embates de Madrazo. Pero al mismo tiempo no me logró emocionar. En resumen, me sumo a lo que dijo Manuel Espino, presidente del PAN, para describirlo: el peloncito, chaparrito, de lentes. Roberto Campa Cifrián se vió acartonado, y cuando quería imprimir energía a sus palabras, sonaba hueco y falso. Su afán de parecer el candidato más inteligente y mesurado lo hacía ver pretencioso. Roberto Madrazo me dió miedo. No podía dejar de ver sus manos cuando gesticulaba, pues parecían garras (no se si es un defecto físico o la pantalla de mi televisión le distorsionaba las manos sólo a él). Por más que quise verlo sin prejuicios, no pude, pues la frase "¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco" me asaltaba cada vez que tomaba la palabra. No mostró nada nuevo, y con gran cinismo, por un lado criticaba el régimen de Fox como si fuera el responsable de la Historia del País durente los últimos cien años, y por el otro hacía las mismas propuestas que hemos venido oyendo por décadas. No, no le creí. Patricia Mercado me desilusionó un poco. Acertó al insistir en el concepto de "los partidos de siempre", por lo que por momentos se veía fresca y segura, mientras que en otros se enredaba con las palabras, repetía los conceptos y no avanzaba en su exposición. Sus propuestas se parecían mucho a las de Madrazo en la forma: decir qué iba a hacer, pero no cómo, lo que a mi juicio le restó confiabilidad.

Quinto. El gran perdedor de este debate fue el electorado mexicano, al quedarse sin oír al que muchos consideran el puntero de la contienda, y algunos otros califican como virtual presidente electo de México, una desproporción sin lugar a dudas. Andrés Manuel López Obrador tendrá que evaluar en los próximos días el resultado de su estrategia de no asistir a este debate, pero a mi juicio, cometió un error. Como lo dijo Héctor Aguilar Camín, en el análisis posterior al debate conducido por Joaquín López Dóriga: la decisión la tomó en un momento muy diferente al actual; pudo haber rectificado y no lo hizo; tendrá que asumir las consecuencias, buenas o malas.

Veamos como viene el partido de vuelta de esta exigua y desangelada liguilla presidencial.

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