Ya lo decía la sempiterna Mafalda: "El problema no es romper el sistema, sino saber que hacer con los pedazos".
Y en esas estamos: no sabemos qué hacer con los pedazos del sistema político mexicano. Salinas fue el que asestó el primer golpe fatal, y no reemplazó nada de lo que había roto, apenas si instauró un férreo control político-policial, que se debilitó al dejar la presidencia. Zedillo y Fox estuvieron políticamente ausentes a lo largo de sus sexenios; y el fracturado Calderón nunca ha asumido el poder.
Festejan, entonces, con bombo y platillo el fin del formato "Imperial" del informe presidencial, pero no estoy seguro que haya algo que festejar. Originalmente el Informe Presidencial se instauró como un mecanismo de rendición de cuentas, pero al mismo tiempo se le dió una connotación política muy importante: el presidente informaba lo que había hecho en su gestión, pero también demostraba fuerza, control y que era capaz de convocar a la unidad. Era un "diálogo" entre el ungido y las fuerzas políticas del país, incluyendo a las mentadas "fuerzas vivas", el pueblo, pues.
Si este ritual hubiera sido reemplazado por algo que cumpliera con los propósitos anteriores, sería el primero en festejarlo. Pero la presidencia en manos de Calderón se ve más débil que nunca, no hay interlocución política, (solamente en lo oscurito), no hay una real rendición de cuentas (a menos que consideren que "se ha avanzado 'con éxito' en la solución de los 'desafíos torales'" sea un informe claro), y las conexiones con las bases se han perdido.
Muestra de lo anterior son las innumerables marchas que sumieron al Distrito Federal en el caos vial precisamente el día de hoy.
Que por lo menos nos devuelvan los pedazos, tanto del sistema político como del país, para ver si con engrudo los podemos pegar.
Technorati Tags: Calderón, Salinas. Zedillo, Fox, Informe, Presidente, 2008, México
Y en esas estamos: no sabemos qué hacer con los pedazos del sistema político mexicano. Salinas fue el que asestó el primer golpe fatal, y no reemplazó nada de lo que había roto, apenas si instauró un férreo control político-policial, que se debilitó al dejar la presidencia. Zedillo y Fox estuvieron políticamente ausentes a lo largo de sus sexenios; y el fracturado Calderón nunca ha asumido el poder.
Festejan, entonces, con bombo y platillo el fin del formato "Imperial" del informe presidencial, pero no estoy seguro que haya algo que festejar. Originalmente el Informe Presidencial se instauró como un mecanismo de rendición de cuentas, pero al mismo tiempo se le dió una connotación política muy importante: el presidente informaba lo que había hecho en su gestión, pero también demostraba fuerza, control y que era capaz de convocar a la unidad. Era un "diálogo" entre el ungido y las fuerzas políticas del país, incluyendo a las mentadas "fuerzas vivas", el pueblo, pues.
Si este ritual hubiera sido reemplazado por algo que cumpliera con los propósitos anteriores, sería el primero en festejarlo. Pero la presidencia en manos de Calderón se ve más débil que nunca, no hay interlocución política, (solamente en lo oscurito), no hay una real rendición de cuentas (a menos que consideren que "se ha avanzado 'con éxito' en la solución de los 'desafíos torales'" sea un informe claro), y las conexiones con las bases se han perdido.
Muestra de lo anterior son las innumerables marchas que sumieron al Distrito Federal en el caos vial precisamente el día de hoy.
Que por lo menos nos devuelvan los pedazos, tanto del sistema político como del país, para ver si con engrudo los podemos pegar.
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