sábado, septiembre 13, 2008

Una muerte lenta

El fútbol americano universitario en la ciudad de México, principalmente en la UNAM y el Politécnico, está siendo lentamente asfixiado.

Lejos están las épocas de los vibrantes encuentros entre los Pumas y los Burros Blancos. Y la lejanía no se mide en años, sino en las condiciones actuales: las autoridades (de esas casas de estudio, de la policía y órganos procuradores de justicia, del deporte mexicano y del Distrito Federal) se hallan empantanadas en una maloliente red de complicidades, negligencia, apatía, incompetencia, cinismo, miedo y corrupción.

Las condiciones políticas posteriores a los nefastos años de represión estudiantil crearon una estructura vandálica por "Razones de Estado" que hoy en día sobrevive con la complacencia de esas casas de estudio y el gobierno.

La UNAM y el Poli han sido duramente golpeadas por las corruptelas y las políticas económicas durante más de treinta años. Velando solamente por sus intereses, sus jerarcas desmantelaron la estructura existente en el fútbol americano: desaparecieron de un plumazo decenas de equipos, tanto de categoría mayor como de intermedia, relegaron a los pocos que sobrevivieron a estadios e instalaciones poco funcionales y muy inseguras, dejaron de promocionar este deporte y trataron de olvidarse de que alguna vez existió, así como de su pasado glorioso.

Mientras todo esto sucedía, gobierno y universidades encubrieron, fomentaron y solaparon grupos de choque, conocidos genéricamente como "porros", y los dejaban hacer y deshacer a su antojo en los estadios, al igual que lo permitieron dentro de los campus y escuelas de educación media superior.

Al rescate llegaron las universidades privadas: El Tecnológico de Monterrey y la Universidad de las Américas, principalmente. En el sector público, la Universidad Autónoma de Nuevo León saco la cara con sus Tigres, rebautizados como los Auténticos Tigres. Mantuvieron vivo este deporte y lo desarrollaron a despecho del pésimo manejo de la ONEFA y demás autoridades deportivas.

Hoy, escuelas y escuadras gloriosas solamente persisten en la memoria o en circuitos de menor categoría, como Chapingo, Guardias Presidenciales, la "Guay" (YMCA), Cóndores, Guerreros Aztecas, Cherokees, Búhos, Pieles Rojas, Águilas Reales, Águilas Blancas, etc.

Todo esto ha alejado a las familias de los estadios, por lo menos del Olímpico de CU y del de Santo Tomás.

Ayer, en un acto más de esta farsa trágica, vándalos escenificaron una gresca sangrienta en la Quema del Burro en CU previa al enfrentamiento entre Pumas UNAM y Burros Blancos del IPN, pálida reminiscencia de los clásicos entre las selecciones de dichas instituciones. El saldo aún no es fatal, pero hay dos rijosos gravemente heridos. ¿Qué hicieron las autoridades? Irse por el camino cómodo, fácil y cobarde: Suspendieron el encuentro.

¿Habrá consignados? Seguramente no, nadie irá a la cárcel por esto. ¿Habrá sanciones a los vándalos? Pueden apostar que no. Todo seguirá igual, hasta que este deporte muera de inanición en la UNAM y el Poli.

La violencia en el fútbol americano nacional, principalmente en las multicitadas instituciones, es una consecuencia de largos años de malos manejos y de servir a intereses extra deportivos y extra académicos.

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