domingo, julio 26, 2009

El México que nadie quiere

La aseveración de que el país va en picada libre prácticamente ya no necesita demostración. Basta abrir los periódicos para ver el panorama nacional: un alarmante deterioro de las finanzas públicas; una nula conducción política; una "guerra" contra el narco que se está saliendo de control; la impartición de la justicia brillando por su ausencia; el deterioro del nivel de vida de la inmensa mayoría de los mexicanos; el masivo rechazo a la partidocracia; y el final de facto del sexenio de felipe calderón (con minúsculas), por sólo mencionar los temas más visibles.

La carta que Carlos Castillo Peraza envió en 1996 a su pupilo, felipe calderón, retrata de cuerpo completo las falencias del michoacano. Cualquiera que haya estudiado la carrera de Administración de Empresas, que haya tomado cursos relacionados, o que haya supervisado con un mínimo éxito a un grupo de personas a su cargo, sabe que aspectos tales como la confianza, la motivación, el respeto, la delegación de responsabilidades y autoridad, el establecimiento de objetivos, el desarrollo de estrategias para la consecución de los mismos, la medición de resultados, la evaluación y capacitación del personal y varios tópicos más, son los fundamentos indispensables para llevar a cabo un proyecto exitoso. El estilo de "micro management" (involucramiento del supervisor hasta en los más mínimos detalles) de felipe calderón, según nos lo revela la revista Etcétera que publica la carta de marras, es el pavimento resbaloso sobre el que se deslizan los proyectos destinados al fracaso. Justamente eso le reprocha el fallecido mecenas panista a su protegido: "sabrás todo pero no presidirás", le dice. Su atravancado estilo actual demuestra que calderón no escuchó a su tutor político, pues la soberbia y desconfianza del michoacano, a las que hace referencia el yucateco, han acabado por dejarlo solo, como fue predicho en esa epístola del 96.

Ese personaje desconfiado, hosco, obsesionado con los detalles, incapaz de oír a sus subalternos, frustrado porque si no se mete no le hacen caso (según le confesó a Castillo Peraza), y que desde entonces buscaba a su alter ego (también confesión propia), es hoy el Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. En referencia a esto último, quizá lo más cercano a ese "otro yo" que afanosamente buscaba calderón fue el extinto "Iván", quien en vida llevó el nombre de Juan Camilo Mouriño y fue su secretario de Gobernación.

Desde antes de asumir la presidencia, ya se auguraba un sexenio turbulento, debido a los fuertes cuestionamientos de que ganó la contienda electoral gracias a un magno fraude cibernético, con la complicidad de su cuñado, el inefable Diego Zavala. Y las predicciones se hicieron buenas, no tanto por la fuerza de la oposición y de la sociedad que se sintió robada, sino por la decisión de calderón de sacar el ejéricito de los cuarteles y enrolarlo en una "guerra" contra el crimen organizado, especialmente contra los traficantes de drogas, para darle cuerpo a una desarticulada estrategia de legitimación y de construcción de una imagen de hombre fuerte.

Los hados tampoco han tratado bien al cuestionado panista: una crisis financiera internacional de proporciones pocas veces vista, y minimizada por él y su gabinete; una crisis política también sin precedentes al haberse expresado un rechazo masivo en las urnas el pasado 5 de julio, tanto a los partidos políticos como a la dicotomía calderonista de "estás conmigo y la guerra contra el narco o eres un traidor"; y una crisis en la impartición de justicia que se refleja en la total indolencia y desinterés con que todos los niveles de gobierno han visto el crimen por negligencia y corrupción del incendio en la guardería ABC en Hermosillo, Sonora. No podemos olvidar en este recuento la muerte de Iván, en un trágico evento que aún no está cerrado del todo.

Por más opositor que sea uno al actual gobierno, nadie en su sano juicio puede regocijarse del caos que impera en el país. Siempre habrá oscuras fuerzas que celebren el desgobierno para poder llevar agua a sus molinos, pero estoy seguro de que el grueso de la población no puede estar tranquila con una presidencia tan desastrosa. Por lo menos yo no lo estoy. No me causa alegría, ni placer, ni regocijo, ni tranquilidad la falta de rumbo, la falta de conducción. Pocos quieren que México se despeñe, que se fracture, que se hunda. Muchos queremos que nuestro país prevalezca, que tenga mejores condiciones de vida, que sea un lugar en donde nuestras futuras generaciones puedan vivir en paz y bienestar.

Por eso debemos exigirle al titular del poder ejecutivo que nos escuche, para que actúe de acuerdo a la voluntad popular: queremos empleo, bienestar, seguridad, vivienda, educación, alimentación y todos los demás preceptos plasmados en la constitución. En suma, queremos vivir dignamente.

Debemos también alzar nuestra voz ante los partidos políticos. Por tal motivo, en una publicación por separado daré los datos de contacto tanto de los partidos como de la Presidencia de la República.

Si el México que se está preconfigurando es el México que nadie quiere, entonces debemos actuar.

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