viernes, octubre 03, 2008

Ahora sí: carretadas de billetes verdes

Captura de C-Span.
Obtenida en El Universal.
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Pues le han salvado el pescuezo al Sr. Bush. Después de años, casi una década, de promover la "auto regulación" de la economía y las finanzas, le explotó la burbuja de las hipotecas chatarras, y los legisladores norteamericanos (Representantes y Senadores), han tenido que abrir las arcas de su nación para evitar la debacle total.

Tales excesos le costarán a los contribuyentes norteamericanos 700 mil millones de dólares solamente en el paquete de rescate aprobado ayer. Si a eso le sumamos los miles de millones de dólares de Freddie Mac, Fannie Mae, AIG y otras instituciones financieras que el gobierno de Estados Unidos ha debido rescatar total o parcialmente, la cifra puede superar sin problemas el millón de millones de dólares (billón para nosotros, trillón para los anglosajones si las matemáticas no me fallan).

Falta que explote la burbuja de los papeles, o inversiones, chatarra: títulos financieros que fueron vendidos varias veces a diferentes compradores; o bien que fueron usados como garantías para otras inversiones de riesgo; o simplemente valores de bienes inexistentes que fueron vendidos a precios de oro. La magnitud de esta explosión será mucho que la actual.

El camino al desastre se pavimentó desde la época en que los Estados Unidos dejaron de respaldar al dólar con oro, y lo sustituyeron con la contabilidad gubernamental. Reagan y Bush padre pusieron el mal ejemplo, y Baby Bush continuó con la obra de sus predecesores. De esta manera, la economía mundial se "dolarizó", y había que mantener fuerte la moneda a como diera lugar. La respuesta, de la que uno de los principales artífices fue el antes glorificado y ahora vilipendiado Alan Greenspan, fue crear burbujas económicas, entre ellas las dos que ya mencioné.

Dice un dicho "No pudes engañar a todos todo el tiempo", y lo podemos corroborar con la realidad de hoy: los mercados aceptaron, fomentaron, toleraron y participaron de este mega fraude, pero sus posiciones cada vez eran más comprometidas, el apalancamiento de sus pasivos se volvió inmanejable, pues no tenían con qué respaldar (dinero en efectivo) las enormes burbujas de precios que habían creado.

Para ser más claro, supongamos que tengo un auto viejo y en malas condiciones. Me asocio con otras personas con el objetivo exclusivo de aumentar su valor, pues lo he dado como garantía para comprar una casa. Cada uno de mis asociados, en realidad cómplices, lo compran y revenden aumentando artificialmente su valor. Cuando debo recuperarlo, o mi acreedor quiere hacer efectiva la garantía, resulta imposible pues su precio ha crecido tanto que no hay con qué pagarlo y su valor real es cercano a cero, así que ahora mi acreedor no tiene con qué recuperar su inversión y los involucrados en mi fraude han perdido mucho dinero. Así ha funcionado la economía mundial en por lo menos las dos últimas décadas de "auto regulación", eufemismo para denotar que nadie se hará responsable de vigilar las prácticas comerciales y financieras nacionales e internacionales.

Esto llevó a que valores hipotecarios, bursátiles, crediticios y financieros se "chatarrizaran", o como se dice elegantemente en los círculos financieros y gubernamentales, se volvieran "tóxicos". Pero hay una víctima más: el dólar estadounidense. Hoy esta moneda se encuentra en estado de máxima debilidad (no crean que la paridad con nuestro peso ha sido estable por la fortaleza de la moneda mexicana, sino por la debilidad de la moneda norteamericana, y como prueba chequen la paridad con el euro), lo que coloca a la economía mundial en un escenario de alto riesgo.

Si los republicanos votaron siempre por rechazar al multimillonario rescate, no es por que les preocupe que los contribuyentes norteamericanos paguen el pato (tal como lo hacemos los mexicanos con el IPAB/FOBAPROA), sino porque siguen defendiendo el modelo de cero injerencia del Estado en la economía, por la nociva "auto regulación" de los mercados. Eso debería ser suficiente para llevarlos a perder la presidencia de su país.

La socialización de las enormes pérdidas económicas de un pequeño grupo rapaz y corrupto ha afectado a millones de personas en el mundo (recuerden el "corralito" argentino, el efecto Dragón en Asia, y el efecto Tequila, el de los alfileres, en México, solamente por mencionar unos pocos).

Un sistema económico que concentra la riqueza y socializa las pérdidas no puede funcionar, y en definitiva, no es sustentable.

Ante tales pruebas y evidencias, es imperativo que el mundo se cuestione acerca del modelo económico que lo rige.

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