lunes, diciembre 11, 2006

El fin no justificó los medios

El dictador, torturador y genocida Augusto Pinochet ha muerto. Quién sumió en un baño de sangre a Chile siempre justificó su accionar escudado en el bien supremo de la nación.

Asesinó y torturó a miles de chilenos y extranjeros, traicionó, derrocó y provocó la muerte de un presidente legítimamente electo, encarceló a inocentes, dividió a su país, erradicó la democracia y eliminó los derechos de los chilenos. Todo por el bien de la nación.

La historia le demostró que era repudiado por la mayoría de la población. Logró evadir a la justicia y dejó escrito un capítulo muy oscuro en la historia de la humanidad. Todo por el bien de la nación.

Detuvo el tiempo en Chile, pues su mandato representó para los chilenos años perdidos en muchos aspectos, principalmente el de la democracia. Todo por el bien de la nación.

Guardadas las debidas distancias, Calderón ha escrito ya los primeros capítulos de su propia historia, y debido al cargo que hoy ocupa, de la historia de México. Seriamente cuestionado en su triunfo electoral; votado solamente por un tercio del electorado; debilitado en su transición; aplicando mano dura para intentar demostrar fuerza y determinación; continuando un esquema económico que ha sumido al país en el desempleo, la migración ilegal, y el desencanto; pagando facturas políticas que le han dejado con un gabinete mayormente ajeno a él; continuando el gobierno cínicamente calificado como "de y para los empresarios" que no han logrado generar empleos; desdeñando la cultura y la educación; haciendo terrorismo fiscal de la peor factura (si es que existiera el de buena factura); dividiendo al país; "castigando" a sus críticos (Gutiérrez Vivó, Aristegui y Rocha entre otros). Todo por el bien de la nación.

Lo he dicho muchas veces, y lo digo una vez más: el que no conoce la historia está condenado a repetirla.

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