martes, noviembre 28, 2006

De Vicente "El Megalomano" a Felipe "El Iracundo"

Las recientes provocaciones, bravatas y acciones represivas que se han dado en Oaxaca no pueden ser ajenas a Felipe Calderón, pues a sólo un par de días de asumir el poder, es de pensarse que ya tiene el control de los órganos de poder, entre ellos las policías y la secretaría de Gobernación.

En un claro ejemplo de lo que es el pensamiento retrógrado de nuestro próximo presidente (¡Pucha! Hasta náuseas me da escribirlo), y de los ánimos animales del recién nombrado Francisco Ramírez Acuña, los activistas de la APPO presos en ese estado, han sido deportados, perdón, trasladados a cárceles en el norte del país.

No contentos con eso, han montado una campaña de provocación y linchamiento social, que puede llegar a causar personas heridas o asesinadas, en el convulsionado y empobrecido estado de Oaxaca. Siguiendo el libreto que los servicios de inteligencia norteamericanos han escrito, adaptado y dirigido durante décadas para derrocar a Fidel Castro, ahora los "gobiernos" federal y estatal azuzan a la población en contra de sus propios hermanos.

Las fuerzas federales y estatales ... permiten y promueven la emisión de una radiodifusora pirata denominada Radio Ciudadana ... en la que ... se dan domicilios de dirigentes de la APPO o de personajes cívicos, como la doctora Bertha Elena Muñoz Mier, alma de Radio Universidad, para que "la gente" vaya a cobrar cuentas a esos "culpables" de lo que sucede en la entidad, exhortos criminales que permitirían a bandas de policías encubiertos actuar endosando la represión a presuntos "enojos ciudadanos". Radio Ciudadana, que se emite desde lugares desconocidos y en la que, por ejemplo, ayer se llamaba a los oaxaqueños "bien nacidos" a golpear (a un periodista) en cuanto esos "ciudadanos ejemplares" lo encontraran en la calle.

No debemos extrañarnos. Hace unos días Calderón escribió, firmó y ratificó que está "en guerra". Como lo escribí hace unos días, Calderón ha enloquecido, y los hechos empiezan a darme la razón.

El precio que pagaremos todos los mexicanos por el temprano destape de Calderón que hizo Ramírez Acuña, para el enojo de Martita y Chente que apoyaban con todo al güero que en aquel entonces ocupaba el Palacio de Cobián en Bucareli, conocido como el Chico Palacio cuyo apodo es Santiago Creel, es desmesuradamente alto, pues se hará cargo de la política interna del país un represor misógino ultra conservador.

Los mensajes que manda Calderón en efecto son de continuidad, pero del medioevo en los albores del siglo XXI.

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