Generoso guía de turistas

Foto Reuters en La Jornada.

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Mientras que Genaro García Luna y Agustín Carstens se comen con la mirada a la primera dama Carla Bruni, Felipe Calderón se desvivía por complacer, casi de manera servil, a su esposo, el presidente francés Nicolás Sarkozy.

La nueva responsabilidad constitucional establecida de facto por Calderón es la de guía de turistas.

En parejita, como mandan los cánones de la diplomacia del michoacano, recorrieron un vacío Teotihuacán, así como diversos lugares de la capital mexicana. Poco importaron las protestas de turistas nacionales y extranjeros, el histórico sitio fue desalojado para que los tortolitos franceses recorrieran en lugar sin ser molestados, supongo que al amparo de razones de seguridad.

Cartón de Magú en La Jornada.
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Siempre sonriente, feliz en su papel de anfitrión dócil, Calderón anunciaba con su lenguaje corporal que cedería fácilmente ante las presiones del mandatario francés acerca de la repatriación de la ciudadana francesa, convicta por secuestro, Florence Cassez.

De nada valieron las protestas de Alejandro Martí y de la sociedad mexicana en general. Calderón simplemente ni las vió ni las oyó. Faltaba más, presidente que se respeta debe ignorar a la perrada, y a los no tan jodidos como el mismo Martí, pues con qué derecho increpan y cuestionan las decisiones imperiales de tan simpático guía de turistas.

Cartón de El Fisgón en La Jornada.
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Al fin y al cabo los mexicanos somos buenos para votar y darle el triunfo, pero nada más. ¿Qué mariguanada es esa de respetar la ley, de no violentar la justicia, de salvaguardar la dignidad nacional y de escuchar a sus electores? Solamente un debilucho puede caer en tales excesos. Además, los Sres. Sarkozy son re buena onda, no podíamos menos que darles todo lo que pidieran y aún más.

Por eso, el pintoresco Sr. Sarkozy, tantas veces cuestionado en su propio país por frívolo y mendaz, se aventó la puntada de pedirle al país, nada más y nada menos que en la soberanía del Senado mexicano, que impulse el envío de tropas a las misiones de paz de la ONU. Ignorante de la augusta tradición de neutralidad de México, vigente hasta que otro payaso, Vicente Fox, hizo trizas la Doctrina Estrada, el presidente francés dijo que el mundo espera más de México. Pues que bueno para Sarkozy que el mundo no es mexicano, porque de lo contrario tendrían que esperar sentados, pues el presidente imperial simplemente ignoraría el llamado.

Foto Carlos Ramón Mamahua para La Jornada.
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Pero eso sí, Sarkozy no perdió oportunidad durante el discurso previo de Gustavo Madero de comportarse como un hormonal colegial puberto, enviando besos y guiños a su esposa.

Desde su arribo a México, Sarkozy puso sobre la mesa el affaire Cassez: llevar de vuelta a Francia a quien ha sido procesada, juzgada y sentenciada en nuestro país como cruel secuestradora. Calderón nunca fijó una posición, por lo que se auguraba que doblaría las manos ante la demanda. Flaco favor le hace a La República el Sr. Calderón al aceptar crear una comisión bilateral para que ésta determine si la francesa retorna a su país a cumplir un tercio de su condena en suelo mexicano.

Presa de una esquizofrenia paralizadora, Calderón declaró que

las familias que han sufrido "el verdadero infierno del secuestro", no merecen sufrir además la "terrible injusticia de la impunidad".

Pero por otro lado, pisotea el maltrecho sistema judicial mexicano, así como nuestra Constitución Política - misma que juró defender - para complacer a su visitante galo. No importaron las burlas de Sarkozy al Senado mexicano - los senadores pidieron expresamente que no tocara el asunto en su recinto y el mandatario galo lo hizo ironizando el pedido - para que el pudor hiciera entrar en razón a Calderón.

No creo que Sarkozy haya tenido que presionar mucho. Como ya lo dije, la actitud de Calderón rayó en lo servil. El presidente francés hizo lo suyo, mientras que el mexicano hizo una de las suyas. No es de extrañar el estado de inseguridad y casi ingobernabilidad que vive el país.

Calderón nos ha avergonzado y ha quebrantado la legalidad, una vez más.


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