miércoles, junio 22, 2011

Sicilia: De traiciones, coherencia y expectativas

Mañana se reúnen representantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad con el titular del Poder Ejecutivo y varios altos funcionarios de su gabinete.

Esta reunión es para muchos una traición, una claudicación del Movimiento ante un gobierno sordo, negligente, mitómano e insensible. ¿Se debe o no dialogar? Bueno, depende de lo que se busque. Desde un principio Javier Sicilia, el dolorido emblema del Movimiento, ha dejado en claro que la violencia no se combate con más violencia; que la prioridad son las víctimas, sus familias y amigos, y en última instancia, el país todo; que se buscan justicia, paz y dignidad. Aún más, revisando el texto original del Pacto Nacional tenemos que las principales exigencias eran:

  1. Verdad y Justicia, en donde caben el esclarecimiento de los asesinatos, desapariciones, secuestros y todos los delitos que han agraviado a la sociedad. Además, se establecía un plazo de tres meses para que las autoridades de todos los niveles presentaran a los responsables de ocho casos emblemáticos.
  2. Fin a la estrategia de guerra y asumir un enfoque de seguridad ciudadana. Se pedía explícitamente evitar "la participación del ejército en tareas policiales", pero en ningún lado se exigía la vuelta inmediata a los cuarteles. Además, se convocó a un Encuentro Nacional de la sociedad civil para compartir experiencias de seguridad ciudadana y defensa ciudadana autogestiva.
  3. Combatir la corrupción y la impunidad. En este punto se proponen cambios a la actual estructura de justicia, incluyendo al Ministerio Público y al Poder Judicial, con un enfoque de vigilancia ciudadana. Así mismo, se pide al Congreso de la Unión que elimine el fuero en casos de corrupción, delitos del orden común y crimen organizado.
  4. Combatir la raíz económica y las ganancias del crimen. Básicamente se alude al combate al lavado de dinero, el desmantelamiento de las redes financieras del crimen organizado y la participación ciudadana en la denuncia de casos de riqueza inexplicable.
  5. Atención a la juventud y recuperación del tejido social. Explícitamente se pide que el Sindicato de Trabajadores de la Educación, el desprestigiado SNTE cuyo liderazgo real recae en la nefasta Elba Esther Gordillo, saque las manos de las políticas educativas en México. También se exige un programa de emergencia para atender a la juventud en los rubros de educación, cultura, empleo y salud, además de incrementar la oferta educativa de calidad en todos los niveles, especialmente en el bachillerato y la enseñanza superior.
  6. Democracia participativa, democracia representativa y democratización de los medios de comunicación. No hay mucho que explicar aquí ante la enajenación de nuestros supuestos representantes populares, la crisis de representación, el botín en que se ha convertido la política y la poderosa presencia de los poderes fácticos.

Ésta es la médula del Pacto Ciudadano, incompleto y parcial, que no parcializado, como es de esperarse cuando se busca convocar a amplios sectores de la población agraviados por la situación de país; cuando en escasas semanas se articuló un conglomerado de personas por sobre los intereses particulares; cuando la urgencia de actuar ante una Emergencia Nacional se privilegia sobre la reflexión que no tiene cabida si se tiene que hacer sobre 40 mil cadáveres. Se nos advirtió que era un documento que podría ser enriquecido con las aportaciones de la ciudadanía, ejercicio que se llevó a cabo en Ciudad Juárez, Chihuahua, con los resultados que todos conocemos: un documento pobremente consensuado, integrado a las carreras y que incorporó propuestas radicales, por lo que ni Tirios ni Troyanos quedaron satisfechos. Como en su momento advertí, la diversidad y pluralidad del Movimiento constituyen su principal virtud y su más grande defecto.

Estoy seguro de que el problema no es lo que contiene el Pacto, sino lo que, a juicio de muchos, le falta.

Entonces, ¿dialogar con el gobierno es traicionar la escencia del Movimiento? Más allá de filias y fobias personales, y basándome en el Pacto Nacional originalmente propuesto y abrazado por muchos de nosotros, no veo elementos para afirmarlo. Comparto y apoyo muchos de los agregados polémicos que se hicieron en Ciudad Juárez, mismos que han cimbrado al Movimiento, lo han dividido y amenazan con debilitarlo al haber sido rechazados públicamente por Javier Sicilia, y supongo que por muchos de sus allegados. Pero debo admitir que la premura con que se incorporaron les resta virtud, pues la inmensa mayoría de quienes apoyamos al Movimiento no tuvimos la oportunidad de asistir y dar nuestra opinión. El Pacto original no plantea el desconocimiento de las Instituciones Republicanas, por el contrario, les hace apremios; no divide, convoca; no polariza y sí invita a la participación ciudadana. Dialogar, entonces, no debe excluir ni inhibir las exigencias de la sociedad, que con firmeza está obligada a ponerle un alto a la descomposición que vivimos en múltiples ámbitos. Negociar prebendas sobre los osarios, sobre los sudarios, sobre las fosas clandestinas, sobre los lagos hemáticos, sobre la memoria criminalizada de miles de víctimas sí representaría una afrenta más.

El interés de la Patria debería ser suficiente para que superemos nuestras agendas personales o de grupo; el futuro clausurado de nuestros hijos, de la niñez mexicana, debe podernos más que nuestras diferencias; el dantesco panorama, cultivado durante generaciones con nuestras indiferencia, ignorancia y apatía, al que hemos condenado a nuestros jóvenes es una culpa que nos convoca a lavarla, no a profundizarla.

Vivimos una real Emergencia Nacional y hacemos intentos por quemar en leña verde al único que, con calidad moral, ha levantado la voz, la propia y la de las víctimas. Deshonramos a quienes viajaron miles de kilómetros para recoger testimonios desgarradores, para secar las lágrimas de los deudos y vertir las propias. Denostamos a quienes andando hicimos eco del dolor propio y ajeno, quienes inundamos las calles con un sólo reclamo: No más sangre.

Javier Sicilia no es el Movimiento por la Paz, el Movimiento no es exclusivamente de Sicilia, como tampoco de Álvarez Icaza, ni de LeBaron, ni de los muchos a los que les hemos dado nuestra representación, a quienes hemos aplaudido. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad es de todos los mexicanos agraviados, de quienes hemos llorado escuchando las historias de impunidad, de horror, de injusticia; es de todos los que queramos participar. Nosotros somos los únicos que podemos traicionarlo, somos los únicos que podemos matarlo, somos los únicos que podemos acallarlo. Es la hora de las decisiones.

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1 comentario:

Enrique Snyder O dijo...

De acuerdo. Adelante el diálogo y la exigencia de las condiciones para el diálogo: la suspensión de supuestos.

FCH pretenderá un debate: defender el propio punto de vista (del que no sale desde hace años).

El Movimiento se podrá desvirtuar si trata de dialogar cuando FCH no deja de debatir (y por tanto ser sordo al diálogo).