jueves, abril 14, 2011

El Mago de los Sueños y la Familia Telerín

Hace muchos años, cuando a la televisión mexicana le quedaba algo de decencia, en lo que hoy es Televisa se transmitía al término de la barra infantil una caricatura.

El personaje principal era El Mago de los Sueños, encargado de sumir a los niños en las brumas del sueño y de los sueños. Le acompañaba un grupo de niños de diversas edades al que se le llamaba La Familia Telerín. Pues bien, estos personajes han sido reeditados en quien hoy detenta la Presidencia de la República y la runfla de pirrurris (pudientes niños mimados sin oficio ni beneficio) que conforman su gabinete.

felipe calderón (en minúsculas) encarna a El Mago de los Sueños porque en su febril imaginación ha construido una presidencia exitosa, que proporciona bienestar a los mexicanos, que reduce la pobreza, que genera empleos, que libra una fragorosa batalla contra los delincuentes y que la va ganando. En fin, puros sueños, puros espejismos, pura autocomplacencia. Para un espíritu enano es imprescindible vivir en la fantasía; para un alma mezquina es menester la displicencia y el elogio. Por eso manotea y reclama a la ciudadanía que le demande finalizar una guerra mal planeada, mal ejecutada y mal ponderada. Por eso nos manda directamente a reclamarle a los delincuentes, pues él está haciendo lo que debe de hacer. Por eso se olvida que tiene un mandato constitucional emanado del pueblo que lo obliga a velar por la seguridad del país y sus habitantes. Por eso distorsiona el reclamo público de corregir el camino y lo asume como la demanda de claudicar.

De equívoco en equívoco, calderón resiente las críticas, pero es insensible al dolor de miles de mexicanos que han perdido a un ser querido, a un amigo, en una de las innumerables escenas de horror que se reproducen a lo largo y ancho del territorio nacional. Se sulfura por la incomprensión de sus acertadas acciones, según su alucinada mente, pero desdeña los miles de huérfanos que su guerra va sembrando. Demanda participación de la ciudadanía cuando todos sabemos el alto grado de infiltración de los cuerpos policíacos de toda índole, desde la federal hasta la municipal: denunciar es casi una sentencia de muerte. Iracundo, cual es su penosa costumbre, fustiga a quienes le exigimos una estrategia integral, multidimensional para combatir al crimen organizado, pero criminaliza a priori a los caídos: se matan entre ellos (los criminales), tenían nexos criminales, son ajustes de cuentas.

No es una guerra, coincido con el mendaz michoacano, es un genocidio.

Mientras tanto, su gabinete se debate entre la confusión producto del micro management que tanto gusta a su jefe; la indolencia (pues al fin no pasa nada si no hacen nada ya que nadie les pide cuentas); y más recientemente, a practicar sus sonrisas más vacuas, a renovar su repertorio de lisonjas, a nerviosamente coquetear con la candidatura presidencial mientras el país se cae a pedazos.

Nadie expone planes de gobierno, nadie habla de cómo enfrentará los grandes retos que tiene México, nadie se preocupa por voltear a ver al electorado. Bajo el maquillaje necesario para rendirse ante las cámaras de televisión se esconden cadáveres políticos, insuficiencias solapadas, habilitaciones improvisadas como funcionario público, el amiguismo y la estulticia: Yo soy el gallo y ganaré la presidencia, dice un tipo que fue engañado miserablemente en el "rescate" de una aerolínea cuya quiebra ha dejado un tufo a corrupción y desempleadas a miles de personas; con seis mil pesos de salario las familias mexicanas pagan hipoteca, auto y escuela privada, declara otro burocratilla de cuarta; en México no hay crisis dice ufano un especialista en economía neoliberal.

La superficialidad se convierte en plan de gobierno y la simulación en informe de actividades.Ni el patrón ni los peones sirven para maldita la cosa. Sí, son una runfla de párvulos malcriados, ignorantes, berrinchudos, egocéntricos, serviles y sumisos. Sí, son una pandilla de escuincles babosos, no por la edad, sino por la irresponsabilidad que los identifica. Sí, son como una bizarra Familia Telerín.

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