sábado, abril 09, 2011

Oídos sordos

Compilar las diferentes voces y los hechos recientes que pintan el mosaico caótico en que calderón (con minúsculas) ha convertido su sexenio es tarea de titanes.

La ONU, Lula da Silva, los Estados Unidos, ONG's, académicos, defensores de derechos humanos, activistas sociales, periodistas, mandatarios extranjeros, el FBI, el PAN mismo y miles (que estadísticamente representan a millones) de mexicanos, son solo algunos de los que alertan sobre una línea de acción de combate al narcotráfico y al crimen organizado totalmente errada. Para sustentar su dicho exhiben pruebas irrefutables: fosas clandestinas conteniendo decenas de cadáveres que acusan huellas de tortura; extensas zonas del país en donde no hay autoridad, pues las policías locales han sido disueltas de facto, las fuerzas federales no ingresan ni por equivocación y los poderes constitucionales se encuentran inermes y amenazados en el mejor de los casos, pues si no se pliegan a las exigencias de los delincuentes encuentran la muerte; cierre masivo de negocios en el norte del país; un creciente número de hogares abandonados debido al tsunami de violencia; la creación y engrosamiento de un preocupante ejército de los llamados ninis (jóvenes que NI estudian NI trabajan) que echa por la borda el bono demográfico que tanto cacareábamos hace unos años; legiones de padres peregrinando por el país mendigando justicia para sus hijos asesinados; ejecuciones públicas de activistas sociales y la consecuente intimidación de sus familias, al grado que tienen que salir del país so pena de muerte por los no tan misteriosos verdugos que hacen imperar su ley donde el Gobierno, más que el Estado, ha fallado miserablemente en su deber de protegerlos y protegernos; la vergonzosa aceptación del partido gobernante de que en los años en que han ocupado la titularidad del Poder Ejecutivo se han producido más de 102 mil muertos por la violencia del crimen organizado, lo que convalida la cifra dada a conocer por el Gobierno Federal de que en el sexenio de calderón se han producido cerca de 40 mil muertes violentas ligadas al reino de terror criminal que nos sofoca.

Este agotador y deprimente recuento bastaría para que el actual presidente, junto con todo su gabinete, vieran revocado su mandato y se sometieran a las instancias legales correspondientes, entre ellas el juicio político. Pero infelizmente es sólo la punta del pútrido, fétido y sangriento iceberg.

En días recientes el FBI ha declarado que la violencia en México está fuera de control, mientras que William R. Brownfield, subsecretario de Estado adjunto de la Oficina de Asuntos Internacionales de Procuración de Justicia y Narcotráfico de Estados Unidos, declaró que la estrategia que han apoyado durante 32 años para combatir al narcotráfico ha sido equivocada. Por su lado, el ex presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva ayer en la convención bancaria que se está celebrando en Acapulco, puso el dedo en la llaga al señalar que la violencia es hija de la pobreza, mientras la ONU externa su alarma por el alto número de crímenes en contra de migrantes que transitan por el territorio nacional.

No podemos dejar afuera el reciente asesinato de Juan Sicilia en Temixco, Morelos. Juan era hijo del poeta y periodista Javier Sicilia, quien fue muerto simple y sencillamente por la mala fortuna de ser un buen amigo que acudió al llamado de un amigo en apuros. Este sinsentido detonó decenas de marchas y demostraciones de apoyo a la familia del poeta así como de repudio a la violencia que nos asfixia en decenas de ciudades del país y el extranjero. Un mosaico que recoge algunos testimonios e imágenes lo pueden consultar aquí.

Hasta aquí el recuento por razones prácticas y no porque falte material.

Sin control, sin visión, sin sensibilidad, calderón respondió que el ejército seguirá en las calles mientras no se tengan cuerpos de policía confiables en todas y cada una de las entidades del país, con lo que envió el mensaje de que continuará con su absurda política basada en la violencia institucional sin brújula y sin sextante. Cumpliendo su papel de corifeo, el inefable Genaro García Luna dijo que por ahí del 2015 empezaría a declinar la violencia en que nos han sumergido estos cínicos.

¿Y qué ha hecho el Gobierno Federal para devolver la tranquilidad al país? Prácticamente nada. No es un secreto que el combate al crimen organizado, principalmente al narcotráfico (que a su vez ha extendido sus tentáculos a lucrativas actividades ilícitas como la trata y el tráfico de personas, las extorsiones, los secuestros, el tráfico de armas, entre otras cosas) debe ser multidimensional; que debe atender las causas sociales y económicas que le permiten florecer (falta de empleo, servicios de salud públicos agonizantes, declinantes oferta y nivel de la educación, desprecio total a la cultura, la ciencia y el arte, etc.), así como las ramificaciones políticas locales e internacionales, las estructuras financieras del lavado de dinero producto de las actividades criminales, la erradicación de la impunidad y la lucha frontal contra la corrupción; la profesionalización de los cuerpos policiales iniciando con salarios dignos, y pasando por seguridad social, servicios de salud, protección contra venganzas de criminales, capacitación, armamento adecuado, y otra vez, atacar al cáncer de la corrupción.

En suma, hay que recomponer el contrato social entre Gobierno, Estado y ciudadanos, o como lo manifestó Javier Sicilia, el tejido social.

Hay evidencias cada día más claras de que la desesperación de felipe calderón tras su impugnado triunfo en el 2006 lo llevó a tomar decisiones apresuradas atendiendo sugerencias y peticiones que tiempo atrás el gobierno de los Estados Unidos venía exponiéndole a su contraparte mexicana al amparo de las tinieblas y la secrecía: incrementar la intensidad del combate al narcotráfico. Wikileaks, a través de La Jornada, ha develado los entresijos de palabras y acciones que rayan en el abierto intervencionismo. Con perverso orgullo los estadounidenses dicen y refrendan en los hechos la frase de John Foster Dulles, Secretario de Estado de Dwight Eisenhower: Estados Unidos no tiene amigos, solamente tiene intereses. Abrazar una estrategia unidimensional de violencia en contra del narcotráfico y sus tropas, pues los capos viven en completa tranquilidad mientras no se enemisten con el gobierno, fue el peor error de calderón. Ese error lo estamos pagando todos, absolutamente todos los mexicanos: quienes vivimos aquí y quienes se han ido del país por diversas razones; los muerto y los vivos; los mutilados y los "levantados; los asesinados que son considerados basura al aplicarles el eufemismo de "daños colaterales"; los niños acribillados por el ejército, los estudiantes abatidos a las puertas de sus casas de estudio, los jóvenes acribillados en bares, discotecas, clubes nocturnos, campos de fútbol, parques e incluso en casas particulares donde celebraban fiestas.

El peso de la obcecación de un individuo incapaz, atrapado en el micro management, que desconfía hasta de su sombra por lo que ha privilegiado infructuosamente al amiguismo sobre la eficiencia, recae sobre nuestras espaldas. El berenjenal en donde inició su presidencia, con altísimas facturas que pagar a quienes le permitieron conseguir el ínfimo e insuficiente medio punto porcentual que le llevó a Los Pinos, ha sido convertido en la zona de confort de calderón. Nunca saldó completamente esas facturas pero contrajo nuevas deudas en alianzas, pactos y componendas fruto de la impericia que han sido ventiladas vergonzosamente por tirios y troyanos; nunca logró legitimarse; nunca tuvo la visión ni la estatura para construir puentes políticos; nunca tuvo la intención de voltear a la ciudadanía y aliarse con ella. Jamás pasó por su cabeza tejer redes sociales, despreció consejos y alimentó consejas, se refugió en el autoritarismo simplón. En suma, prefirió dejar las cosas como estaban antes que ponerse a trabajar, a pensar, a razonar. Está cómodo, está a salvo, está satisfecho en apariencia en su berenjenal, en su prisión, en su inmovilidad, en su oscurantismo, en su entreguismo, en su estupidez.

Este cóctel explosivo es el caldo de cultivo ideal para el desgarramiento de la Nación, para la intervención extranjera, para el aniquilamiento del país independiente que acaba de conmemorar, ironías fatídicas, el Bicentenario de su emancipación.

Las instituciones republicanas han sido rebasadas por la indolencia, la corrupción, los intereses facciosos, la impudicia, la impunidad. Los ciudadanos somos la última línea de defensa.

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