domingo, julio 13, 2014

Los retos de Brasil

Las críticas a Dilma Rousseff por la aún existente pobreza en Brasil, así como por la represión a las protestas tienen, al menos, un denominador común: la desinformación.

Es muy difícil para cualquiera, en el breve lapso de poco más de una década, revertir siglos de desigualdad e inequidad aderezados con los embates de la ultraderecha que son difundidos ampliamente dentro y fuera del país amazónico por los consorcios mediáticos convertidos en Ministerios de Educación y en verdaderas Iglesias poseedoras de la verdad única. Si a esto le agregamos un sistema económico mundial que socializa las pérdidas y privatiza las ganancias, aniquilando de paso al ejercicio de la política en general, y en lo particular, al de la política pública, pues resulta bastante fácil apuntar flamígeros dedos hacia el (o en este caso, hacia la) que todos señalan como causante de todos los males.

Pero la desinformación no se queda en ese nivel. Paralelo a la celebración de la Copa del Mundo (deslucida y plagada de irregularidades provenientes del manejo discrecional que la FIFA hace de este deporte), se han venido dando un conjunto de acciones que prometen entronizar a Brasil como una nación reina en el ajedrez mundial. Dilma ha acercado aún más a su país al corazón mismo de los BRICS (acrónimo que designa a un grupo de naciones que surge como alternativa al omnipresente control del neoliberalismo sobre la vida y haciendas de la comunidad internacional, formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) al anunciar una participación de 18 mil millones de dólares en un organismo financiero internacional que fungirá como banco de desarrollo para las naciones participantes. Rusia e India aportarán la misma cantidad, Sudáfirca "solamente" 5 mmdd, y China será la estrella con 41 mmdd. Además, Rusia acaba de condonar el 90% de la deuda cubana con ellos y, no contenta con eso, invertirá grandes sumas en la isla.

Sí, la mano que mece la cuna detrás de las protestas por el exorbitante gasto en la Copa del Mundo, ha ocultado este enorme logro del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) brasileño. Tener acceso a un fondo de 100 mmdd fuera del influjo depredador del FMI, el BM y la Troika europea (en donde también participa el FMI), es una bocanada de oxígeno puro para la economía de los BRICS. Si me permiten ser muy, pero muy simplista, ese grupo multinacional, que enarbola algunos principios del alguna vez fulgurante bloque de los Países No Alineados, intenta revertir la Guerra de Castas que el neoliberalismo busca implantar en todo el mundo para llegar, en el peor de los casos, a la proclamada extinta y enterrada Lucha de Clases. Esto puede parecer un retroceso de un siglo en la historia de la humanidad, pero sigue siendo mejor que el regreso a la Edad Media en que los financieristas nos han embarcado a todos.

El Brasil de Dilma enfrenta grandes retos aún, entre ellos la persistente y lacerante pobreza, pero no se le pueden regatear grandes triunfos en áreas como la educación, la salud, la economía, incluso en el combate a la pobreza, que a pesar de ser importantes, no son suficientes. El andar emprendido por Lula, seguido por la adusta Rousseff, de ninguna manera acaba hoy, ni mañana. Los desafíos internos y externos son muchos y muy graves; son grandes y apremiantes. Por eso hay que atenderlos con calma y firmeza, con una visión de largo plazo. Hay que enfrentarlos con una visión de estadista, de esos que hoy en día son tan escasos porque todos se han rendido al brillo seductor del becerro de oro.

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