viernes, noviembre 28, 2014

Los mensajes del presidente

Los mensajes importantes que Enrique Peña Nieto envió el día de ayer no están en el texto que leyó, en lo que dijo, sino en lo que omitió.

En los primeros segundos ya había cometido el primer error, la primera omisión:
Señoras y señores: Muy buenas tardes a todas y a todos ustedes.
Se dirigió al público congregado en el salón donde se llevaba a cabo la ceremonia, en ningún momento se dirigió a la Nación. Acto seguido, procedió a saludar, nuevamente, a los presentes. Para arrancar la exposición de los puntos dijo:

Señoras y señores:
Nuevamente ¿evitó? mencionar a quien supuestamente iba dirigido el mensaje: al país entero. En los siguientes párrafos se dijo dolido e indignado por los acontecimientos de Iguala que desembocaron en el asesinato de 6 personas y la desaparición de 43 normalista de la escuela Isidoro Burgos de Ayotzinapa, pero ni su voz ni sus ojos apuntalaron sus dichos. Se le veía frío, hablando para las cámaras, sin pasión alguna, sin sentimiento. Hizo un recuento de las acciones realizadas por la Procuraduría General de la República y destacó que ha estado en contacto con los padres de los estudiantes secuestrados (cuando horas antes éstos rompieron el diálogo con el gobierno por considerarlo "inútil", ya que se les siguen dando las mismas respuestas a su demanda de que encuentren a sus hijos). Luego de esto, que a todas luces es un carpetazo a la investigación desde la cúspide del gobierno mexicano, culpó a las autoridades municipales y al crimen organizado. Agregó que "No se puede exigir justicia violando la ley", y que las acciones emprendidas en su sexenio habían contribuido "en alguna medida" a incrementar la seguridad. Reconoció que los avances eran insuficientes, que se debía fortalecer a las debilitadas instituciones y que era necesario construir un "pleno Estado de Derecho". Parecía que Peña había regresado a su calidad de candidato presidencial y que criticaba la actuación del gobierno de alguien más. Olvidó que lleva dos años siendo titular del Poder Ejecutivo y que las fallas que señalaba correspondían a su gestión.

A partir de ese momento se dedicó a enumerar diez propuestas para lograr los objetivos planteados, entre ellos el ya mencionado Estado de Derecho. La mayoría de sus propuestas (8 de 10), dependen de la elaboración y/o aprobación de reformas constitucionales por parte del Poder Legislativo: leyes nuevas para garantizar el cumplimiento de las leyes existentes. Con esto reconoce que la impunidad y la corrupción campean en el poder público (independientemente de que aceptó que existe infiltración del crimen organizado y que la corrupción es un mal endémico). Particularmente grave es su propuesta de desvirtuar e intervenir al ladrillo fundamental del federalismo mexicano: el Municipio Libre, consagrado en la Constitución: "que la federación asuma el control de los servicios municipales o, en su caso, se disuelva un ayuntamiento cuando existan indicios suficientes de que la autoridad local está involucrada con la delincuencia organizada". Sin dar detalles de los mecanismos bajo los cuales esto puede suceder, olvidó que los gobernadores de los estados ya tienen esa facultad.

¿De qué país hablaba Peña Nieto, de qué gobierno? De México, de su propio gobierno, ni más ni menos. También anunció operativos especiales con despliegue de fuerzas federales para los estados de Guerrero, Tamaulipas, Michoacán y Jalisco, a los cuales caracterizó como los que tienen mayores índices de violencia (y entre líneas nos dejó saber que también altos niveles de ingobernabilidad). Omitió a Veracruz y al Estado de México, que como todos sabemos, ocupan los primeros lugares en la clasificación de entidades violentas con altos índices de impunidad.

Un momento álgido fue cuando enarboló la bandera de #TodosSomosAyotzinapa, no por la falta de pasión que uno supondría hubiera tenido que imprimir a su discurso, sino por la molestia que generó en muchos al apropiarse de un icono en la exigencia de justicia y en la localización de los maestros normalistas que las protestas, demostraciones y marchas en todo el país, así como en el extranjero, han repetido incansablemente. Esto pareció más un acto burlón que una reivindicación de la voz de miles.

No hubo palabras para los jóvenes ni para los estudiantes; no hubo propuestas para la educación ni para la cultura, con excepción del apoyo prometido a las normales rurales de Guerrero, Chiapas y Oaxaca; no hubo anuncios de cambios en su gabinete, como tampoco referencia a los cientos de miles de desaparecidos y asesinados cuya cifra se mantiene a la alza en su propio sexenio, apenas una tangencial referencia a ellos mediante la publicación de la Ley General de Víctimas y la puesta en marcha del Registro Nacional de Víctimas, aunque no explicó cómo se hará si en el Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2015 el Legislativo aprobó ya la reducción del 63% en el presupuesto destinado a la búsqueda de desaparecidos. Tampoco hizo referencia alguna a un banco de ADN para la identificación de los desaparecidos y asesinados (hoy en día no existe un registro nacional para comparar la huella genética de quienes aparecen en fosas clandestinas). También eludió someterse a una auditoría o a una investigación para aclarar su relación con Juan Armando Hinojosa Cantú de Grupo Higa, las licitaciones que se le han otorgado y los posibles conflictos de intereses, tráfico de influencias o corrupción, sobre todo en lo relacionado con la licitación del tren bala México-Querétaro, el famoso inmueble de la familia presidencial conocido como la Casa Blanca, y otros temas relacionados. Tampoco merecieron mención alguna las arbitrarias detenciones en las protestas del 20 de noviembre, las ilegales encarcelaciones derivadas, que están cimentadas en risibles o inexistentes pruebas (como el hecho de que los detenidos se llamaran "compas" entre ellos), ni el hecho de que se les haya mandado a prisiones de alta seguridad mientras los autores intelectuales de la desaparición de los 43 normalistas se encuentran arraigados o en prisiones comunes y corrientes.

En las líneas finales de su discurso nuevamente se dirigió a los presentes sin hacer referencia a la ciudadanía, para afirmar que "demostremos, una vez más, la unidad, el carácter y la determinación de los mexicanos". Más allá de la impersonal lectura que Peña llevó a cabo, de que los cambios los realizarán los mismos que hasta el momento han entregado resultados insuficientes, y del talante francamente provocador en algunos pasajes de su discurso, las conclusiones no son alentadoras: los cambios llevarán meses, si no es que años; no hay garantía de que los Poderes Legislativo y Judicial secunden el entusiasmo presidencial, por lo que la mayoría de sus propuestas pueden convertirse en letra muerta; no se harán nuevos ni mayores esfuerzos en la localización de los 43 normalistas de Ayotzinapa secuestrados por policías municipales de Iguala y Cocula; no hubo un reconocimiento del uso faccioso de la justicia para desmovilizar a la ciudadanía; no hubo una autocrítica consciente y clara que alentara la posibilidad de rectificaciones; no se anunció la revisión de la actual estrategia de seguridad ante los exiguos resultados obtenidos; y por último, sin que esto signifique que se hayan mencionado todas las falencias y omisiones en el discurso de ayer, dejó la sensación de que únicamente compró tiempo recurriendo a su fortaleza principal: su manejo mediático.

Si la credibilidad presidencial no se vio fortalecida más allá de su audiencia captiva, a poco más de 24 horas del mensaje que abarcó mucho apretando poco, se produce una nueva detención ilegal en el marco de las protestas que han sacudido al país y que mantiene a México en la atención mundial. El estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, Sandino Bucio, quien también participó en el movimiento #YoSoy132, fue presuntamente arrestado por policías con los mismo métodos que utiliza el crimen organizado: sin identificarse, sin presentar orden de aprehensión, sin informarle los cargos, utilizando un auto sin marcas y portando armas largas. Los últimos reportes (21:17 del 28 de noviembre), indican que ha sido trasladado a la SIEDO acusado de terrorismo. Esto abona poco, muy poco, al llamado a la legalidad de Peña Nieto. Tal pareciera que sus principales adversarios se encuentran en el círculo íntimo presidencial.


No señor Presidente, no es posible creerle cuando los hechos no corresponden a sus dichos.

Enlaces con la noticia de la detención de Sandino Bucio.
La Jornada últimas noticias.
Sinemabrgo.mx
Revista Proceso

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