martes, noviembre 18, 2014

El complot que Peña ve

En el 2012, durante su presentación como candidato a la presidencia en la Universidad Iberoamericana, Peña Nieto debió enfrentar los reclamos de los estudiantes que le gritaban "asesino" por haber ordenando la violenta represión en San Salvador Atenco cuando era gobernador del Estado de México, que dejó un saldo de dos personas fallecidas, doscientos arrestados y 26 mujeres violadas por la policía. En esa ocasión Peña dijo que asumía la responsabilidad, que no se arrepentía y que lo volvería a hacer de ser necesario. Pues bien, a juzgar por sus recientes declaraciones, unas al volver de su cuestionada gira a China y Australia, y otras el mismo día de hoy, considera que es el momento de volverlo a hacer. No bien se había bajado del avión espetó a la nación: "Yo aspiro, y espero que no sea el caso de lo que el gobierno deba hacer; que no lleguemos a este extremo de tener que usar la fuerza pública". Respetando la pobre sintaxis usada por Peña, la amenaza es clara. Hoy mismo ha dicho que hay un afán orquestado por desestabilizar a su gobierno y el proyecto de nación que él representa. Los dichos no pueden más que remitirnos a los discursos de Gustavo Díaz Ordaz haciendo alusión al movimiento estudiantil, preludio de la represión que se desencadenó bajo su mandato. ¿Cómo no recordar su frase "hemos sido tolerantes hasta excesos criticables"? También la memoria nos remite a las palabras de Luis Echeverría en el auditorio de la Facultad de Medicina, cuando los estudiantes le increpaban, que les gritó "¡Jóvenes fascistas!" en un intento por hacerse oír sobre la escandalera desatada, episodio que culminó con la famosa pedrada en la frente que puso a todo el país en vilo durante unas horas. Es el mismo tono autoritario, el del Nuevo PRI y el del Viejo PRI de siempre pero corrido en el espectro político hacia la derecha neoliberal, el que han usado estos tres inefables personajes.

Las amenazas de represión, denunciando supuestos complots desestabilizadores y
advirtiendo del ejercicio de la fuerza, solo buscan amedrentar y acallar a las voces críticas. Pues entonces Peña tendrá que explicarnos a todos, a quienes somos amenazados de manera tan abierta (que llevamos exigencias inaceptables hasta sus oídos: respeto a la ley, justicia, alto a la violencia, la corrupción y la impunidad) y a quienes le apoyan, cuál es el papel de The New Yorker, The Economist, The New York Times, The Wall Street Journal, El País, la CIDH, la Unión Europea, y demás "agitadores internacionales" que han señalado repetidamente las omisiones y fallas en el actuar del titular del Ejecutivo y del Gobierno Federal respecto a los casos de Ayotzinapa y Tlataya. También los medios antes citados, junto con muchos otros, como Deutsche Well, han tomado el escandaloso caso de la millonaria casa familiar que es propiedad, aún, de uno de sus contratistas favoritos, desde que era gobernador del Estado de México, al que se le han adjudicado obras millonarias, incluyendo el tren bala México-Querétaro, licitación que tuvo que anular por la opacidad existente. Por cierto, en este grupo desestabilizador debe incluir al primer ministro chino que se quejó de tal medida.

Y no siendo lo anterior suficiente, al complot desestabilizador se ha sumado la Alianza para el Gobierno Abierto (AGA), organismo del que México es socio fundador y es en la actualidad presidente. La AGA ha declarado hoy, en la reunión que copatrocinan México y Costa Rica, que Peña y el Gobierno Federal deben aún muchas respuestas a la sociedad mexicana y a la opinión pública mundial, sobre los casos de Tlataya, Ayotzinapa, de los más de 22 mil desaparecidos y de la crisis de seguridad que se vive en todo el país. No señor presidente, su lectura de la situación actual es sesgada, acomodaticia y más apegada a la de un dictador que a la del presidente de una República libre y soberana. Engañarse, y tratar de engañar, no abona a ninguna solución de la situación actual, por el contrario, enrarece el ambiente, envenena el aire y presagia tormentas autoritarias que nadie desea, más que usted y los que le apoyan para satisfacer sus muy personales y oscuros intereses.

Pronunciamiento de la Asamblea para el Gobierno Abierto.

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