jueves, septiembre 27, 2012

Ilegalidad

La reforma laboral no solo lesiona la seguridad laboral de los mexicanos, atenta contra la legalidad al imponer condiciones casi de esclavitud: ni vacaciones, ni seguridad social, ni aguinaldo, ni antigüedad, contratos de prueba, eliminación del pago del séptimo día, entre otras afrentas. Abona a acrecentar el problema de este país: la ilegalidad.

Ese es el real peligro. Somos una sociedad en la cual cada quién hace lo que quiere: nos pasamos las señales de alto, ocupamos lugares destinados a discapacitados, circulamos en sentido contrario, nos brincamos los camellones del periférico, tiramos basura en la calle, sólo por mencionar lo menos grave. Lo hacemos porque sabemos que no pasará nada, porque podemos hacerlo, así de simple.

Y de ahí para arriba: los funcionarios roban porque tienen la impunidad garantizada; los empresarios evaden impuestos porque ya es una norma de operación arropada por los enormes beneficios fiscales de los que gozan las grandes corporaciones; las fuerzas armadas violan derechos humanos porque tienen fuero; los narcotraficantes asesinan, hacen ajustes de cuentas, bloquean las arterias viales de la ciudades porque no hay quien les ponga freno.

Mientras tanto, nuestro preciado bono demográfico se va por el caño: generaciones y generaciones de jóvenes condenados a condiciones cada vez más duras en todos los órdenes; talentos desperdiciados y sueños destrozados. Y la reforma laboral apunta directo al corazón de México: sus niños y jóvenes.

Me dueles México, me dueles mucho.

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