Ha llegado la oportunidad anual del gobierno mexicano de darse baños de pureza y reforzar el cinismo oficial.
Ante la falta de recursos públicos para atender a millones de mexicanos, ante la falta de voluntad del gobierno de cumplimentar su obligación de asegurarse de que el estado nos proteja, y de cara a nuestra incapacidad para reclamarlo, es la sociedad civil quien debe atender a los más necesitados.
Desde hace varios años se realiza en la víspera de la época navideña un magno evento mediático para recabar fondos destinados a la construcción de centros de rehabilitación para diversas discapacidades. Los impuestos que pagamos deberían ser empleados, entre otros rubros, al cuidado de la salud de los mexicanos. Las dos columnas que dan sustento a la corrupción - la desigualdad y la impunidad - le han permitido al gobierno desentenderse de la materia diciéndonos que no hay dinero que alcance para atender nuestros males.
Nadie que haya visto de cerca, o padecido, la tragedia de un ser humano gravemente enfermo o discapacitado, puede permanecer insensible a las necesidades de quienes carecen de recursos para acudir a la medicina privada. El Teletón escencialmente es una tarea noble y loable, pero le da una coartada al gobierno para continuar con su discurso cínico y desentenderse del asunto más allá de aprovechar el momento, tomarse una foto y llamar a la sociedad a pagar lo que nuestro propio dinero ya debería haber proveído.
Si nuestra conciencia así lo dicta, podemos donar al Teletón, pero también debemos reclamar al gobierno sus políticas de salud erróneas, derivadas de políticas económicas contrarias al bien común y administraciones corruptas que saquean y depredan al país.
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Ante la falta de recursos públicos para atender a millones de mexicanos, ante la falta de voluntad del gobierno de cumplimentar su obligación de asegurarse de que el estado nos proteja, y de cara a nuestra incapacidad para reclamarlo, es la sociedad civil quien debe atender a los más necesitados.
Desde hace varios años se realiza en la víspera de la época navideña un magno evento mediático para recabar fondos destinados a la construcción de centros de rehabilitación para diversas discapacidades. Los impuestos que pagamos deberían ser empleados, entre otros rubros, al cuidado de la salud de los mexicanos. Las dos columnas que dan sustento a la corrupción - la desigualdad y la impunidad - le han permitido al gobierno desentenderse de la materia diciéndonos que no hay dinero que alcance para atender nuestros males.
Nadie que haya visto de cerca, o padecido, la tragedia de un ser humano gravemente enfermo o discapacitado, puede permanecer insensible a las necesidades de quienes carecen de recursos para acudir a la medicina privada. El Teletón escencialmente es una tarea noble y loable, pero le da una coartada al gobierno para continuar con su discurso cínico y desentenderse del asunto más allá de aprovechar el momento, tomarse una foto y llamar a la sociedad a pagar lo que nuestro propio dinero ya debería haber proveído.
Si nuestra conciencia así lo dicta, podemos donar al Teletón, pero también debemos reclamar al gobierno sus políticas de salud erróneas, derivadas de políticas económicas contrarias al bien común y administraciones corruptas que saquean y depredan al país.
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