El primero de ellos es continuar pisoteando el principio de no intervención en los asuntos de otros países, conocido como Doctrina Estrada. Sin pruebas de por medio, y en su calidad de presidente de México, declara alegre e irresponsablemente que Michael Jackson murió por el uso de drogas. Así, de un plumazo, y sin la menor consideración, pasa por encima de los esfuerzos del gobierno de la ciudad de Los Ángeles por poner freno a las especulaciones sobre el fallecimiento del famoso cantante. Atropella la soberanía de una ciudad y un estado extranjeros, pertenecientes a una nación soberana y poderosa, la de los Estados Unidos de América. También sin contemplaciones, abona a la tragedia que los hijos de Jackson viven en este momento. Nada importa, nadie importa, solamente la voz del oráculo michoacano. Independientemente de que la muerte de Jackson efectivamente responda a la farmacodependencia y al abuso de sustancias controladas, diplomáticamente es una pifia garrafal descalificar el procedimiento de investigación forense en un país vecino.
El segundo agravio es el profundo desprecio que muestra por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aquella que prometió respetar y hacer respetar. En un acto oficial evangeliza y generaliza, minimiza y engaña. Atribuye el crecimiento al consumo de drogas entre los jóvenes mexicanos a que no creen en Dios, obviamente refiriéndose a su dios católico. En sí mismo, un "razonamiento" tan reduccionista es una estulticia ofensiva, pero lo grave es que ignora el mandato constitucional de laicisimo del Estado mexicano. También agravia a los que profesan religiones distintas a la católica, e incluso, a quienes no comulgan con ninguna.
Fustiga también, en el mismo acto por el Día Internacional contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, solamente, exclusivamente a los jóvenes pobres:
tienen poco que creer; que no creen en la familia, que no tuvieron; que no creen en la economía o en la escuela; que no creen en Dios, porque no lo conocen.
El siguiente paso es criminalizar la pobreza. La pobreza gramatical de su aserto palidece ante la pobreza ideológica del mismo. Es sin duda, la visión de un presidente "pirrurris".
En la misma línea discursiva de su jefe, el Procurador General de la República, Eduardo Medina Mora, declaró:
Al gobierno de México le preocupa que la sociedad sea indiferente ante los delitos y acepte la convivencia con los delincuentes
Supongo que la solución es simple, a los ojos de estos aprendices fascistas de brujo: eliminar a la sociedad. Por eso, y sin viso alguno de culpa, el plan de calderón y la oligarquía subyacente actúa, o deja de actuar, para lograr la estabilidad en el país. Unos pocos ejemplos de esta estrategia inhumana:
- Secuestran a 61 migrantes en un tren; matan al menos dos.
- Sigue impune el crimen que llevó a la muerte a 48 niños, hasta ahora, en la guardería ABC.
- La ciudadanía reclama la situación actual del país y debate acerca del voto nulo (hay cientos de referencias en Internet, medios impresos y electrónicos acerca del tema, amén de las discusiones de café, familiares y entre amigos que se llevan a cabo en todo el país).
- Muertes, ejecuciones, bombardeos y balaceras en la noche veracruzana.
- El ejército mata a un civil en un autobús de pasajeros en el estado de Guerrero.
- El jefe de las Fuerzas Federales de Apoyo, Rodolfo Cruz López, declara que la policía hace "lo que puede" en la lucha contra el crimen organizado.
- Tres mil ejecuciones relacionadas con el crimen organizado en lo que va del año.
- Se enviaron cadetes de escuelas militares al triángulo dorado del narcotráfico en el norte del país.
Culpar a la crisis económica mundial es falaz y doloso; culpar a la sociedad del estado actual de la nación es miope y tendencioso.
Los desafíos de calderón apuntan a un solo objetivo: la implantación de un régimen autoritario, represor y contrario a la escencia del Estado, al buscar que éste subyugue a los ciudadanos.
Mediante la omisión criminal se traiciona a la Patria; mediante la enorme desigualdad social, económica y política se tiene el caldo de cultivo; la impunidad impone la ley de la selva; la enorme corrupción institucional es la mecha; calderón ha encendido el fósforo. En nuestras manos está permitir que el país se incendie.
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