La propuesta de ley #SOPA y sus clones español, mexicano y otros, no
van al problema de fondo; en cambio, pretenden censurar y criminalizar
los contenidos que circulan en Internet con el pretexto de proteger la
propiedad intelectual de miles de millones de obras. Desde hace años
sostengo que la piratería cuenta con al menos tres dimensiones: la
explotada por el crimen organizado, la gran mayoría de las veces ligada a
las redes de tráfico de personas y de estupefacientes. La segunda,
responde a la codicia de las casas productoras y editoras, quienes se
llevan la tajada del león de los derechos de venta y de autor; y estas
mismas compañías son culpables de abandonarse a una gran pereza, pues
quieren mantener sus privilegios, sus exorbitantes ganancias, usando un
modelo comercial agotado, por lo que prefieren gastar millones de
dólares en conservarlo en vez de buscar uno nuevo. La tercera es la
constante declinación del nivel de vida de millones de personas en todo
el mundo (basta posar la mirada en Grecia, Portugal, Chile, España,
Francia, Italia, Estados Unidos, México y un largo etcétera de países
que ven desaparecer con gozo y perversidad el bienestar general de sus
habitantes).
Desde mi punto de vista, el robo de productos con el
fin de obtener ganancias ilícitas al comercializarlos es piratería.
Compartir y descargar sin afán de lucro música, películas, libros y
otros materiales protegidos por derechos de autor puede ser debatible,
pero no considero que sea piratería.
Por supuesto que los autores,
artistas e intérpretes tienen derecho a ganarse la vida con sus obras y
su trabajo creativo o interpretativo. Sin embargo, tanto el caduco
modelo comercial que se nos impone como el modelo económico que sufrimos
son intrínsecamente contradictorios. Ese es el nudo que debe
deshacerse.
La diferencia de precios entre comprar un CD de
música en una tienda de discos y comprar las pistas en una tienda en
línea es marginal, a pesar de que los costos de distribución y del
producto en cada modalidad son abismales entre sí. Dicho de otra manera,
si el costo disminuye y el precio se mantiene, el margen de utilidad
crece dramáticamente, y esto no se refleja en los ingresos de los
creadores e intérpretes, sino en las ganancias de las empresas
productoras.
La mal llamada piratería de los usuarios de foros, redes y sitios de descargas es un efecto, no una causa.
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